8 abril, 2024
La tarta de Santiago, también conocida como la torta compostelana, es uno de los manjares típicos gallegos que no debe faltar en la mesa de ningún buen santiagués. Su textura entre lo esponjoso y lo granulado, es una de las muchas cualidades de las que procede su fama. Este postre compuesto principalmente de almendras, azúcar, huevos y ralladura de limón, se remonta al siglo XVI.
Sin embargo, poco se sabe de cuál es su verdadero origen. La primera mención a esta tarta se remonta a 1577, cuando Pedro de Porto Carrero empezó a prepararla. En aquel entonces se llamaba Torta Real y la forma de servirse era en dos porciones individuales.
No es hasta 1838 cuando recibe por primera vez el nombre de tarta de Santiago y se puede encontrar en el manual de repostería de Luis Bartolomé de Leybar de 1838, a partir, de donde empezó a circular por muchos libros de confitería gallega.
Aunque, su origen exacto aún no está claro, es ampliamente conocido porque aparece la silueta de la cruz de Santiago sobre el bizcocho. El motivo lo encontramos en una historia de 1924, cuando José Mora Soto, fundador de Casa Mora, buscaba de alguna manera añadir sofisticación al postre. Una iniciativa que contó con el apoyo de todos los orgullosos vecinos de la capital gallega y que continúa hasta el día de hoy.
Sobre sus ingredientes cabe destacar que, durante la Edad Media, la almendra era un artículo de lujo , vinculado estrechamente al poder adquisitivo. Sin embargo, con el paso del tiempo, la almendra se democratizó y se volvió un ingrediente común, transformando así a las bizcochadas en el postre más emblemático de Galicia.
La magia y el misterio siempre envuelven las leyendas que forman parte de la cultura gallega y este postre tan nuestro no será la excepción. Una de las tantas que existen, es la conocida como “la del peregrino y la hospitalidad gallega”, cuenta que tras un largo viaje, un peregrino exhausto llegó al monasterio de Santiago de Compostela. Los monjes le dieron la bienvenida y le proporcionaron comida y descanso. Para mostrar su agradecimiento, el hombre compartió con ellos la receta de un delicioso bizcocho que había aprendido durante su viaje. Los monjes quedaron tan impresionados con su sabor que decidieron llamarla tarta de Santiago, por el lugar donde se realizó.
Un relato más romántico conocida como “el amor perdido y la tarta de almendra”. Trata sobre la historia de un joven enamorado que partió en peregrinación hacia la ciudad del Apóstol en busca de fortuna para poder casarse con su amada. Durante su viaje, aprendió a realizar una exquisita tarta de almendra, hecha con la receta de una anciana con la que se cruzó en el camino. Al regresar a su pueblo natal con éxito, preparó la receta para su amada, quien quedó tan impresionada por su sabor que aceptó casarse con él de inmediato. Desde entonces, la tarta de almendra se ha asociado con el amor y la fortuna en Galicia.
Por otro lado, este esponjoso dulce es efectivo para “la protección contra el mal de ojo”. Según cuentan, la tarta de Santiago no solo es un manjar delicioso, sino también un talismán de protección contra el mal de ojo y las energías negativas. Se dice que aquellos que comen el bizcocho con fe y devoción estarán protegidos de cualquier influencia maligna y tendrán buena suerte en sus viajes y aventuras.
Sea como sea, lo que está claro es que compartir la receta de uno de los postres más famosos de España no hará daño a nadie. El dulce es uno de los grandes placeres de la vida que puede conquistar hasta los paladares más insólitos (apta para celíacos, ya que no contiene gluten) y nunca está de más protegerse de las malas energías, aunque no se crea en ellas.