28 mayo, 2024
Si hay algo que llamó poderosamente la atención en los inicios del fenómeno Jacobeo fue el compromiso inquebrantable de todos los poderes fácticos con este: en un corto período de tiempo se construyeron puentes, infraestructuras, hostales, hospitales, iglesias, conventos y monasterios, a pesar de que en muchos casos había conflictos incluso armados entre Reinos y Arzobispados, siempre a la greña por intereses territoriales y sucesorios. El Arzobispado de Santiago de la mano del Arzobispo Gelmírez había acumulado tal grado de poder que mandaba sobre los nobles gallegos, tenía su propio ejército y fuerza naval, acuñaba su propia moneda mientras estaba construyendo la Catedral de Santiago.
La muerte de Gelmírez no supuso ningún cambio en el apoyo total y absoluto al Camino de Santiago por parte de sus sucesores; la construcción de la Iglesias de la Vía Céltica se produjo entre el año 1170 y 1200 siendo Arzobispo de Santiago Pedro Suarez de Deza quien continuó la construcción del Claustro de la Catedral y terminó la del Pórtico de la Gloria coincidiendo con el Maestro Mateo. A nuestro entender, el criterio para la construcción de las Iglesias de peregrinación en este período de tiempo se basaba en situarlas sobre caminos consolidados como itinerarios Jacobeos en puntos estratégicos donde se congregaban los peregrinos al desembarcar, según concluimos de la lectura de las bulas de Benedicto XIII y Calixto III.
Se cree que en la construcción pero sobre todo en la decoración de estas iglesias participaron grupos itinerantes de canteros que trabajaron en la Catedral de Santiago influenciados por el estilo decorativo Jaques marca casi distintiva del Camino de Santiago, y así nuestras iglesias muestran un amplio repertorio de ajedrezados, bolas, basas y dinteles vegetales típicos de este estilo. Así en el itinerario desde Caión nos encontramos con la Iglesia de San Cristóbal de Lema, pequeño templo Románico muy remozado pero que conserva un magnífico arco triunfal sobre unos capiteles muy semejantes a los de la tribuna del transepto de la Catedral de Santiago, algunos canecillos, una saetera y una pila bautismal del siglo XII en el atrio de la iglesia.
Siguiendo el camino llegamos a Santa Maria de Leiloio, este templo parroquial comenzó siendo propiedad de los condes de Traba, familia a la que perteneció hasta que a mediados del siglo XII María Fernández de Traba, hija de Fernando Pérez de Traba, donó su parte en la iglesia de Santa María de Leiloio al cabildo compostelano, pasando así a formar parte de las propiedades capitulares. Esta iglesia también ha sido muy modificada pero conserva dos magníficos capiteles del antiguo arco triunfal.
En Xornes nos encontramos con la iglesia de San Juan de Xornes que fue construida en el año 1965, en la que se reutilizaron algunos elementos de una antigua capilla como unas columnas y varios canecillos. Partiendo desde el Puerto de Barizo llegamos a la iglesia de Santiago de Mens, antiguo monasterio de la Orden de S. Benito, referido como «Magna Salaia» en la documentación medieval. Del abad de Mens tenemos ya notícia en 1078 y el templo aparece referido como parte de una comunidad monástica en el testamento de Urraca Fernades, hija del Conde de Traba, en 1199. La actual iglesia presenta parte de su antiguo esplendor, con elementos prerrománicos (la estructura en tres naves), románicos (ábsides) y barroco (con la fachada principal). Además de sus pinturas y capiteles decorados, destaca en el interior la imagen de Santiago peregrino, así como la ara romana situada en el altar del ábside sur. La fachada barroca vino a sustituir a la románica, de la que tenemos una detallada reproducción hecha por Ángel del Castillo en 1907, con arquivoltas semicirculares y taqueado ajedrezado en la parte exterior. Dicho taqueado, característico de las vías de peregrinación, todavía está presente en una de las portadas laterales.
A poco más de 1 km hacia el Sur de Mens, el camino nos lleva a Cores. La iglesia de San Martín de Cores presenta todavía elementos de su original fábrica románica, de entre ellos, una portada lateral cuyo taqueado ajedrezado en la parte exterior de la arquivolta quedó a la vista en una reciente restauración, después de ser intencionadamente suprimido de la restante superficie visible. La iglesia se levanta con toda probabilidad sobre un templo muy anterior, como evidencian un sarcófago antropomorfo de la época sueva (y otro más del s. XI) y las dos aras romanas integradas en el conjunto. Cores y su iglesia ya aparecen nombrados en un documento del monasterio de Sobrado, datado el 14 de diciembre de 860, como Corissomario, sobre una antigua villa galaico-romana. En la Enciclopedia del Románico de Pérez González se recuerda como «Cores se encuentra en un lugar estratégico entre los puertos de Malpica y Barizo y en la vía XX del Itinerario de Antonino, también llamada per loca marítima, que atravesaba la comarca de Bergantiños.
De Cores continuamos hacia Nemeño, a menos de 2 km, cruzando el lugar de Campara. Nemeño es el sitio de otro antiguo monasterio medieval, del que tenemos constancia documental a través de una donación del conde Pedro Froilaz y su señora Guntroda Rodrigues en el año 1105 y que también consta en la misma donación del año 860. La iglesia de Santo Tomás de Nemeño es originariamente románica, pero hoy presenta una fabricación barroca con planta de cruz latina. En Tallo el camino pasa al lado de la iglesia de San Andrés, que de su original fábrica románica mantiene la ventana del testero, con arco trilobulado y taqueado ajedrezado en la arquivolta. Se trata, como en los casos de otros templos que ya vimos, de un románico característico del obradoiro de Platerias en Compostela, que probablemente presentaba también el desaparecido pórtico de Santiago de Mens.
En el camino desde Ponteceso encontramos la iglesia de S. Fins de Anllóns, originalmente de construcción románica como evidencia su presbiterio, pero reformada siguiendo el estilo barroco en el siglo XVII. En el alzado principal conserva la portada románica con el particular taqueado ajedrezado decorando el arco exterior, denotando una vez más la conexión jacobea. Desde el camino de Camariñas nos encontramos la Iglesia de Santa María de Xaviña , parada obligada, se trata de un templo románico del siglo XII, en el que destaca el arco de la ventana del testero que presenta el taqueado asociado a las vías de peregrinación jacobeas. El arco tetralobulado de la misma ventana tiene el estilo románico característico del obradoiro de Platerias en Compostela, que también comparten los templos de Leis de Nemancos y San Andrés de Tallo. El taqueado ajedrezado está también presente en el arco de medio punto que da entrada al presbitério.
Ya al otro lado de la ría, seguimos a la orilla del mar durante 1 km hasta llegar a Cereijo. En el conjunto monumental destacan la iglesia de Santiago de Cereijo, ejemplo románico del siglo XII, y las Torres de Cereijo, del siglo XVI. Del templo ya destacamos su excepcional tímpano que recoge una escena de la Translatio Santi Jacobi, con la barca con los restos del apóstol sobre el mar, acompañado de sus siete discípulos. Se trata de una representación única en un tímpano, pues este tema apenas aparece en una moneda de la ceca de Santiago y en dos capiteles en la Colegial de Tudela y en la Catedral de Lleida respectivamente, en ambos casos en el Camino Jacobeo del Ebro. Más adelante llegamos a la iglesia de San Pedro de Leis de Nemancos que es de construcción románica, de estilo asociado al del compostelano obradoiro de Platerías. Tanto en la fachada principal como en la posterior, presenta puerta y ventanas encuadradas con arquivoltas con taqueado ajedrezado que, además, incluye arcos tetralobulados similares a los de Santa María de Xaviña.
Partimos de Muxía visitando el templo románico de Santa Maria. Está acreditado que fué levantado sobre un templo prerrománico, pero la primera referencia documental es de 1176. Esta iglesia fué el templo históricamente asociado a la peregrinación en Muxía hasta que el nuevo santuario barroco de la Barca asumió una posición central, como ilustra la bula concedida en 1457 por el papa Calixto III «a cuantos fieles visiten dicha iglesia de Santa María en ciertas fiestas litúrgicas, frecuentada también por los peregrinos que se dirigen a Santiago de Compostela». Después nos encontramos con el que fué otro antiguo monasterio benedictino, el de S. Julián de Moraime, existente ya en el siglo XI y reformado en varias ocasiones después de los ataques de piratas y normandos. Su advocación originaria a los santos Julián y Basilisa (reflejado en un documento de 1095) refuerza la idea del origen alto-medieval del templo, al tratarse, como el de S. Félix, de un culto popular en época sueva y visigótica. Su aspecto actual se debe a la reconstrucción en estilo románico promovida por el rey Alfonso VII, quien se habría refugiado en él durante las luchas entre los partidarios y detractores de su madre, doña Urraca. Sin embargo, hoy sabemos que el asentamiento es muy anterior.
Desde Moraime continuamos por el camino, hasta el que fué monasterio de S. Martin de Ozón, también de la orden benedictina. La iglesia parroquial se levanta sobre un antiguo templo prerrománico, al que se le añadió posteriormente un triple ábside semicircular, ya románico, del que se conserva en la actualidad la parte central y la lateral del sur. Aunque el monasterio se asentó en el siglo XII, la primitiva iglesia altomedieval es, posiblemente, de la época sueva. En Finisterre partimos de Santa María de Las Arenas, el templo de las Arenas es de estilo románico en su construcción original del siglo XII, evidente en el taqueado ajedrezado de una de sus puertas, pero incluye numerosas adiciones posteriores que son dignas de mención. De la construcción gótica destaca la «Porta Santa» con el estilo manuelino característico del arquitecto Enrique Egas, responsable del diseño del Hospital Real de Santiago que se levanta a partir de 1499 por orden de los Reyes Católicos con las rentas del Voto de Santiago. También un cruceiro gótico del siglo XV y un baldaquino coetáneo que apareció recientemente y que incluía una imagen del apóstol Santiago con los atributos de peregrino.
En Redonda nos encontramos con la magnífica iglesia de San Pedro de Redonda en cuyo interior podemos contemplar una magnífico arco triunfal con todos los componentes de la decoración Jaquesa. Y en San Marcos de Corcubión, de la primitiva fábrica románica de este templo, únicamente se conservan restos en la capilla mayor, así como una importante, variada y curiosa colección de canecillos que adornan el alero en sus muros laterales.Continuando hasta la Iglesia de San Adrián, el templo de S. Adrián de Toba bien merece una pausa antes de avanzar hacia Cee y Corcubión. Se trata de un templo más de construcción románica, levantado en el siglo XII. Nos recuerda Augusto Guedes de Castro que la decoración de los capiteles románicos que conserva son reminiscencias del estilo característico del obradoiro de piedra de Platerías de Santiago, responsable del crucero y nave central de la Catedral de Santiago, y con un estilo similar al de Leis de Nemancos.
En la siguiente parada, Baiñas, la iglesia de Santo Antoniño del siglo XIII conserva todavía elementos de su construcción románica y fué originalmente parte de un monasterio medieval de la orden benedictina. Como otros ejemplos de arquitectura religiosa ligados a este camino, presenta elementos característicos del románico asociado a las vías de peregrinación jacobeas, en este caso el taqueado que encuadra el arco triunfal. En la puerta lateral del muro Norte, hoy ciega, se conserva todavía un tímpano que presenta una representación en relieve de una figura, tal vez un peregrino, sobre un équido. Se ha identificado esta figura también con S. Martin, lo que uniría este lugar con la leyenda jacobea del carbonero Cotolai del Monte Pedroso y la propia Capilla de S. Paio do Monte, igualmente levantada en el siglo XIII.
Merece una parada Freixeiro para visitar su iglesia parroquial construída en los siglos XII y XIII (la primera mención documental es de 1241), de la que todavía se conserva parte de su construcción románica, incluyendo una arquivolta en parte posterior con el taqueado ajedrezado característico de las vías de peregrinación a Santiago. La parte más antigua data posiblemente del siglo XII, pero la advocación del templo sugiere un origen altomedieval. La dedicación a S. Félix fué particularmente habitual en el siglo VII, de lo que dá testimonio, por ejemplo, la Autobiografía de San Valerio del Bérzio. Ejemplos coetáneos de la misma advocación serían el santuario de Solovio, anterior al descubrimiento de los restos del Apóstol.
En Paramos encontramos un ejemplo más del románico en su iglesia del siglo XII (posiblemente levantada alrededor de 1180) que incluye el característico taqueado de las vías de peregrinación a Santiago en una ventana con columnas que soportan una arquivolta en la parte posterior del templo. La puerta lateral y las ménsulas representando motivos animales y vegetales sobre las que se apoya el tejado, son otras trazas románicas que se adivinan en la actual construcción, resultante de la reforma de 1646. La iglesia de Santa Mariña de S. Román, que todavía conserva elementos del trazado románico original con una magníficas antefijas Célticas en su tejado, y desde donde podemos contemplar una impresionante vista panorámica del Valle del Dubra. Y por último la Capilla de S. Paio do Monte, escenario de la primera de las leyendas jacobeas asociadas a la Vía Céltica, la del carbonero Cotolai del Monte Pedroso que habría acogido a S. Francisco en su pequeña morada, próxima a la actual capilla, de traza románica (ábside) y documentada ya en el siglo XIII. En el fondo de una fuente próxima a S. Paio, Cotolai encontraría milagrosamente el tesoro con el que financiaría la construcción del monasterio de S. Francisco de Compostela.