5 abril, 2024
Puede que Ridley Scott, en una controvertida decisión, no incluyese la Guerra de la Independencia de España en su reciente, e igual de controvertido, film Napoleón, protagonizado por Joaquin Phoenix y que generó todo tipo de reacciones bien dispares. A pesar de ello, la trascendencia de este episodio resulta decisiva para alcanzar a comprender cuáles serían los acontecimientos que acabarían configurando la Europa, y por supuesto la España, del futuro.
La Guerra de la Independencia enfrentó a las tropas del propio Napoleón Bonaparte contra una España que combatió durante más de un lustro (1808-1814) para liberar al país de sus invasores franceses. Tras la firma del Tratado de Fontainebleau (1807), y con el pretexto de una futura incursión hispanofrancesa en Portugal, las tropas napoleónicas se adentraron en el territorio nacional con dirección al país luso, tomando entre medias posiciones estratégicas en grandes ciudades con el objetivo de derrocar a la dinastía de los Borbones.
Las aspiraciones francesas de usurpar la corona se dieron de bruces con una abnegada resistencia española que cristalizó a través de infinidad de levantamientos populares surgidos por varios puntos del país, como los del archicélebre 2 de mayo en Madrid. Escenas capturadas con maestría por Goya y que reflejan la crueldad de un conflicto, y una represión, que involucró a toda la población.
La famosa ‘guerra de guerrillas’ no tardó así en extenderse a todo el país, donde fueron surgiendo pequeños grupos de combatientes dispuestos a ir al frente. Galicia no fue ajena a este fenómeno y, precisamente, en Santiago de Compostela, podemos encontrar uno de los grandes exponentes de cómo la determinación y la organización de la sociedad civil fue clave en esta contienda contra las tropas napoleónicas: El Batallón Literario
LOS HÉROES DEL BATALLÓN
Hasta 1.600 universitarios se alistaron para formar el Batallón de los Literarios en 1808, una iniciativa impulsada por la propia Universidad compostelana para sumarse así al movimiento popular que pretendía combatir por la liberación del país.
Le fue entonces encomendado a Juan Ignacio de Armada Mondragón y Caamaño, Marqués de Santa Cruz de Rivadulla, y, curiosamente, tatarabuelo del ex general Armada, el liderazgo de la compañía estudiantil, que se formaría en poco más de un mes para después incorporarse a filas.
Aquel nutrido grupo de valientes universitarios partieron a la batalla en julio de 1808. Presidían sus estandartes de seda bordada el escudo de Galicia junto a la cruz de Santiago, cubiertos por una corona real y con la inscripción «AUSPICE DEO PRO LIBERTATE REGIS. PALLADIS LEGIO. ANNO MDCCCVIII». Las dos ramas de palma unidas en la parte inferior simbolizan la victoria.
A estos universitarios convertidos en una suerte de milicia también les acompañaron, como no podía ser de otra forma, la diosa de la sabiduría y el dios de la guerra: Minerva y Marte. Esto responde a un texto que los propios muchachos portaban en una curiosa cinta de sus uniformes y en el que se podía leer una frase que bien definía la razón misma de aquella batalla: “Por rescatar a Fernando (el rey Fernando VII) y acabar con Bonaparte unióse Minerva a Marte”.
El grupo acabó uniéndose finalmente a las tropas del general Joaquín Blake junto a otros voluntarios navarros, entrando en combate y realizando varias operaciones militares con notable pericia.
Una vez fue disuelto, en 1810, algunos de los cerca de 200 supervivientes de este curioso Batallón continuaron luchando en Galicia, haciendo incluso posteriormente carrera militar y llegando algunos de ellos a relevantes cargos.
Siglos después, todavía perdura el recuerdo de este grupo de héroes de la resistencia frente a la invasión francesa que cuenta con su propia placa conmemorativa en plena Plaza de la Quintana.