9 junio, 2024
El día 15 de mayo de 2024 un pequeño grupo de alumnos decidieron acampar dentro de la facultad de Xeografía e Historia de la Universidad de Santiago en solidaridad con las víctimas de la guerra de Gaza. ¿Por qué lo hicieron? Lo hicieron por una causa, pero también porque eso mismo se había hecho antes en otros campus universitarios. En Gaza miles de personas han perdido sus casas y viven en campamentos al aire libre, sin agua, energía ni comida. Solidarizarse con ellos acampando dentro de un edificio público, con calefacción, agua y luz gratuitas, organizar comidas y dormir en él dentro de tiendas de campaña, en principio no deja de llamar la atención. Los acampados no eran visibles, ni podían explicar por qué en Gaza se viviría mejor por estar ellos haciendo esto.
Prohíben el acceso con cámaras y móviles y se reúnen en asambleas para fijar sus reivindicaciones. Parece ser que en un principio el movimiento lo lidera el grupo nacionalista ERGUER, que llega a un acuerdo con el decano de la Facultad para consensuar a las 10 de la mañana de cada día los espacios que quieren ocupar para el logro de sus fines, que difícilmente se pueden conocer al no haber testigos externos ni cronistas internos. El movimiento se extiende, parece ser que hay cambio de liderazgos y se rompen los canales de comunicación con el decano, que se ve sobrepasado por unos acontecimientos cuyo sentido solo es posible comprender partiendo de dos errores quizás bien intencionados: el del decano y el de los enclaustrados.
«El decano de la facultad es un profesor cuyos méritos académicos están muy por encima de la media de la inmensa mayoría de los profesores de su centro. No hay duda alguna, pero se ha equivocado al pensar que su trabajo intelectual tiene algo que ver con su labor como decano»
El decano de la facultad es un profesor cuyos méritos académicos están muy por encima de la media de la inmensa mayoría de los profesores de su centro. No hay duda alguna, pero se ha equivocado al pensar que su trabajo intelectual tiene algo que ver con su labor como decano, porque un decano es solo el administrador de un sistema que en lo esencial está diseñado para hacer difícil lo que es fácil, gracias a la aplicación de procedimientos inútiles. Un sistema que solo quiere reproducirse a sí mismo en una pecera que flota sobre la tierra Además el decano fue estudiante, participó en movilizaciones estudiantiles, y sabe muy bien cómo funcionan, por lo que hacerle los reproches que le han hecho quienes se proclaman investigadores y profesores (casi siempre por horas complementarias), presentándolo como un represor, es injusto.
Si hubiese que reprocharle algo, administrativamente hablando, sería el haber tomado las decisiones que tomó el solo y no haber reunido a la xunta de facultade, por ejemplo, para cambiar la ubicación de los exámenes y su calendario, que antes esa xunta había aprobado. No conocía el consejo para el cargo académico que dice: «nunca decidas nada tu solo, que lo haga el órgano colegiado». O el otro que dice: «si puedes decir algo en dos líneas, no escribas tres». Y mejor: «nunca escribas nada» ni dejes pruebas, como él hizo expresando su apoyo a los enclaustrados, por creer que las declaraciones de los líderes políticos sirven para cambiar el mundo, cuando solo sirven para quedar bien y no hacer, ni lo que se puede, ni mucho menos, como éste es el caso, lo que no se puede.
«No deja de ser curioso que en una facultad en la que el conocimiento del mundosea tan limitado en el espacio y el tiempo se puedan lanzar manifiestos sobre problemas que la sobrepasan y sobre los que no puede hacer nada. Si los líderes mundiales no pueden frenar a Israel y Hamás, ¿qué importancia tiene lo que opine la USC?»
Si analizamos lo que puede ser el conocimiento del Oriente Medio en la facultad de Xeografía e Historia, podemos comprobar que sus estudios se centran en Europa, dentro de Europa en España y dentro de España en Galicia. Ni en las asignaturas, ni en las publicaciones de los profesores, podremos ver que ninguno sepa hebreo ni conozca la historia de los judíos, o árabe o persa y la de los pueblos islámicos. El islam medieval fue explicado hasta no hace mucho por el profesor J.M. Andrade Cernadas, colega y amigo, pero ha desaparecido del plan. Los libros sobre estos temas en la biblioteca son escasos, y a veces además están anticuados. Lo mismo podríamos decir de China, India, África, Rusia, parte de Europa y todo el Oriente Próximo, que apenas se explica en historia antigua con unos medios bibliográficos más que periclitados.
No deja de ser curioso que en una facultad en la que el conocimiento del mundo sea tan limitado en el espacio y el tiempo se puedan lanzar manifiestos sobre problemas que la sobrepasan y sobre los que no puede hacer nada. Si los líderes mundiales no pueden frenar a Israel y Hamás, ¿qué importancia tiene lo que opine la USC, que tampoco destaca en su especialización en estudios estratégicos ni relaciones internacionales? Y que además debe medir muy mucho lo que dice.
Si los profesores de la facultad, y en general de la USC no son especialistas en el conocimiento de unos países que abarcan dos tercios de la población del mundo, sino cada cual en su tema, lo que ya bastante difícil es, ¿cómo podrán entonces saber más los alumnos, si no quieren ser algo más que meros tertulianos, eso sí, sin la remuneración de los tertulianos oficiales y de los portavoces, que solo portan la voz de sus amos?
«Con los 14.000 millones de euros de las estafas de las publicaciones científicas y unos miles de cascos azules se acabaría, sí o sí, la tragedia de Gaza. Sería tan maravilloso como si de las lágrimas de las mujeres y los niños brotasen fuentes, ríos, y se acabasen los desiertos y brotasen flores»
Nadie les ha enseñado nada de esto. Si fuesen a las biblioteca a buscar libros o información no la encontrarían. Pero eso ya no es lo peor. Lo peor es que se los ha programado, se los ha amaestrado para que no tengan iniciativas propias, para que no piensen, ni bien ni mal, para que no pregunten ni tengan dudas. Y es que toda la enseñanza es un protocolo semejante a la instrucción de los soldados que desfilaban en los patios de los cuarteles, como desfilamos los que tenemos cierta edad, y entre ellos también el señor decano al que llaman autoritario, por pecar de ingenuo, y que debería haber acudido a sus superiores antes de decidir esto.
Da la impresión muchas veces de que en la universidad nadie sabe ni quiere saber, solo quiere tener notas, si es alumno, y méritos, si es profesor. Y si hay un grupo que lo acepta todo, que se calla, que admite la autoridad ciegamente para publicar y cumplir fielmente todos los trámites y rituales académicos, son esos jóvenes investigadores, casi siempre de ideas viejas, que buscan cobijarse debajo de las alas que mejor protegen, y que no tienen legitimidad moral ni intelectual para censurar a nadie, ni en el mundo real ni en el académico.
Dos alumnos, que firman con iniciales, han difundido un texto bien escrito en el que reprochan a sus profesores que no hacen lo que dicen y que no se comprometen con los problemas reales, como tampoco hacen ellos. Se dan cuenta de que el mundo de los manifiestos es el de los globos de colores. Y además dicen que los profesores no quieren debatir con ellos en lo que sería una noche en la que todos los gatos son pardos, si se tratase de saber cosas concretas, pero no si se tratase del futuro de los propios alumnos y sus vidas, que quedan más allá de la competencia de la universidad, se dice.
Si el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones, el camino de las intenciones huecas – a sabiendas o no- es la mejor garantía de que llegue el infierno. ¿Qué se les puede pedir a los enclaustrados y qué pueden pedir ellos? ¿Que se vayan a Yemen del Sur, aceptando la oferta de los hutíes, para ser alistados los hombres y casadas las mujeres y continuar una guerra que causó 477.000 muertos, según la ONU? ¿Que se vayan a Gaza, cuando el gobierno ha reconocido a la ANP, y no a Hamas, a sabiendas de que no puede, ni quiere, hacer nada real? Está claro que no. Han caído en la trampa tendida por los rectores españoles. Y es que no colaborar con las universidades israelíes en un mundo en el que se publican más de 3 millones de artículos al año, en el que la UE ha dicho que no se pueden tirar 12.500 millones de euros para que los investigadores paguen con dinero público por publicarse a sí mismos, es menos que una anécdota.
En Sudán hay 10 millones de desplazados viviendo en campamentos de verdad y otros 2 más allá de sus fronteras, según la ONU. En Afganistán han muerto en 2023 un millón de personas de hambre. Los talibanes, que son autores de crímenes contra la humanidad con las mujeres, han felicitado a P. Sánchez por su reconocimiento de no se sabe qué, porque de Hamás no es. Y se han ofrecido a ir a liberar Jerusalén enviando muyahidines. Por suerte aquí no hay talibanes, aunque si muchos admiradores de ellos, y nadie va a ir a liberar Jerusalén, ni nada, porque a casi nadie le importa nada el sufrimiento de los demás. Con los 14.000 millones de euros de las estafas de las publicaciones científicas y unos miles de cascos azules se acabaría, sí o sí, la tragedia de Gaza. Sería tan maravilloso como si de las lágrimas de las mujeres y los niños brotasen fuentes, ríos, y se acabasen los desiertos y brotasen flores. Entonces ya no habría ni miseria, ni inmundicia, y tendrían que cultivar la tierra quienes quisiesen hacer manifiestos.