14 junio, 2024
Decía Hitler que la política es la administración del terror, desde el grado más pequeño al más grande y desde el individuo a la colectividad. Deberíamos corregirle, porque ahora la política es a la vez la administración del silencio y la consagración de la mentira. Gracias es esos dos medios ya casi no es necesario utilizar la coacción física, porque los ciudadanos son como ratones ciegos, que avanzan a tientas día a día en medio del flujo acelerado de una información, que es nuestro acceso principal a la realidad.
Lincoln creía que se puede engañar a algunos por mucho tiempo, a todos por poco tiempo, pero no a todos todo el tiempo. Pero eso no es cierto porque mentir no es ahora solo negar lo que es evidente, sino básicamente imponer aquello de lo que se habla y relegar al silencio lo que no conviene, y sobre todo decir partes de la verdad. Si digo que las moscas tienen una pata aparentemente no miento, pero en realidad sí, porque si lo digo con autoridad, lo que en realidad estoy diciendo es que «las moscas solo tienen una pata», dejando de lado a las otras cinco. Veremos a continuación como se ha practicado este juego en el caso de la guerra de Ucrania, que es más bien una guerra civil rusa, yendo paso a paso hasta llegar al punto de que se nos amenaza con una guerra nuclear, que ya no sería lo que es, el terror absoluto y final, sino una estrategia viable.
Para comenzar debemos decir que en todas las guerras hay un agresor y un agredido, y que el agredido – en este caso Ucrania – tiene derecho a defenderse, pero no a ganar la guerra, porque las guerras no las ganan los buenos ni los malos, las ganan los que son más fuertes, aquellos que como decía Federico II de Prusia, tienen los mejores batallones, y por eso parecen que tienen el favor de Dios. Un país agredido no se convierte por ello en bueno, como ocurrió cuando Hitler atacó la URSS de Stalin. Ese país siguió siendo lo que era, y si ganó la guerra fue por su unión con los aliados y su capacidad de recuperación industrial y humana en todos los frentes. Por otra parte habría que añadir que a veces se puede justificar un ataque preventivo, cuando se tiene la certeza de que se va a producir una agresión injusta del enemigo.
Putin, en contra de la opinión de sus generales, decide atacar Ucrania como medida preventiva ante la expansión de la OTAN, con la que se había llegado a un acuerdo de fronteras, que la inclusión de Ucrania violaría. Recordaba además que la fundación de la OTAN fue anterior a la del Pacto de Varsovia. En calidad de ex coronel de la KGB decide atacar en dos frentes y fracasa por las razones siguientes. En primer lugar porque una guerra en dos frentes casi siempre acaba en un fracaso. En segundo lugar porque no utilizó la estrategia adecuada, según el Pentágono y la OTAN, que tendría que ser la siguiente: a)- destruir todas las defensas aéreas y hacerse con el control total del aire, b)- hacer la ofensiva con la rapidez suficiente para que Ucrania no pudiese reorganizarse y rearmarse, y c)- tener un plan coherente para hacer de Ucrania un estado satélite dentro de la federación rusa. A Rusia le fallaron los medios aéreos, la capacidad de coordinar la fuerza de su avance, lo que se llama el momento, la voluntad de combatir y la disciplina de sus soldados, una parte profesionales y otra de reemplazo. Podemos poner dos ejemplos. A veinte kilómetros de Kiev en un batallón de carros los soldados los averían todos, y el teniente coronel que lo mandaba se pega un tiro. Y los generales pasan a estar presentes en primera línea, porque tampoco les obedecen sus jefes y oficiales.
En el otro bando los ucranianos, que disponen ya de un gigantesco arsenal terrestre, consiguen frenar el avance porque tienen voluntad de combatir, porque son movilizados desde el comienzo de la guerra, y porque Putin cometió el error de minusvalorar al enemigo. Pero, ¿cómo se presenta esto en Occidente? ¿Cómo se crea una gran trama de mentiras?
Primero se oculta información prohibiendo el acceso a los medios rusos, que mentirán, como los ucranianos, pero que es necesario conocer porque en todas las guerras mienten las dos partes. Ya tenemos a unos ciudadanos ciegos, a los que además se comienza a amedrentar. Se dice que pronto llegarán los rusos, del Donestk a Finisterre, que Putin quiere conquistar toda Europa, y que se acerca la hambruna porque la mayor parte de los cereales del mundo salen de Ucrania. Lo que no es cierto, porque Ucrania exporta el mismo trigo que Argentina, siendo Rusia el primer exportador mundial de grano. Lo que ocurre es que el cereal ucraniano es muy barato porque es un país de campesinos pobres. Además se pasa a comprar el cereal sin IVA, en competencia desleal con la agricultura europea, por lo que un años después comienzan las protestas en Polonia, Rumania, Bulgaria, Hungría, contra las exportaciones ucranianas. En la URSS las tierras eran del estado y las ucranianas pasaron de ser estatales a propiedad de los oligarcas, que eran igual de corruptos y mafiosos que los oligarcas rusos. Esos oligarcas pasaron a deshacerse de esas tierras y venderlas a fondos soberanos, como los de Qatar y Arabia Saudí y a las multinacionales del cereal, sobre todo norteamericanas. Ucrania pasaba a ser la plantación de Europa, con un 25% de sus campesinos por debajo del umbral de la pobreza.
Las autoridades europeas, sobre todo J. Borrell y U. van der Leyden, comienzan una campaña de ridiculización de Rusia. Rusia «es una gasolinera con una bomba atómica», dice Borrell, que también llegó a afirmar que los derechos de las mujeres afganas deben defenderlos los talibanes. Los rusos son atrasados, y por eso, limitando la compra de combustibles y aislándolos financieramente, estos dos grandes militaristas civiles prometen la inmediata quiebra del estado uso, que no se produjo. Las exportaciones se reorientaron a China y la India, y Europa sigue comprando los combustibles. Tras el fracaso inicial de Rusia la guerra se estanca en un frente de trincheras de casi 1.000 km, similar a los de la I Guerra Mundial.
Borrell habla de «aniquilar a los soldados rusos» y los europeos piden que la guerra siga y siga, sin explicar cuál sería el propósito. ¿Que se rinda Putin, se retire y pague indemnizaciones millonarias? ¿Avanzar hacia Moscú, como lo hizo Hitler? Se exageran las bajas rusas por cientos de miles, pero nunca se habla de las ucranianas, ni de los problemas de la guerra. Solo se da a entender que las modernas armas occidentales acabarán con la chatarra rusa.
Los problemas del ejército ruso se conocen mal, porque no se informa de casi nada ni se puede acceder a la información de ese lado, para separar la verdad de la mentira. Sabemos que los reclutamientos se generalizan y no son bien recibidos, que se liberan criminales y se los envía el frente, que se comenten excesos de todo tipo y hay un gran desgaste económico, unidos a un régimen y un ejércitos minados por la corrupción. Un ejército que lucha por una guerra que casi nadie quiere.
¿Pero qué pasa en Ucrania? Desgranando con dificultad las fuentes occidentales, entre las que no hay ninguna española, podemos saber lo siguiente. Ucrania tuvo muchísimas bajas. Si a Rusia se le atribuyen 500.000 entre muertos y heridos, las ucranianas no pueden ser menos. Ucrania necesitaba armas, pero tiene otros problemas. Según el Pentágono es un estado corrupto que ya ha revendido parte de las armas que ha recibido. Ha desviado fondos de todo tipo, de los que se han apoderado civiles y militares.
Zelenski obligó a dimitir al fefe del estado mayor, a embajadores, ministros, gobernadores provinciales, al fiscal general, al presidente del parlamento. Ha cesado a todos los oficiales encargados del reclutamiento por corruptos, o sea, porque vendían exenciones para no ir al frente. Ha retirado el mando a generales que le llevaron la contraria, como el que afirmó que a comienzos de año tenía 1.000 muertos a la semana en su frente de combate. Ha liberado 20.000 presos para formar unidades de soldados socialmente peligrosos. Ha aceptado, al igual que Rusia, mercenarios de diferentes países, pero niega que sean mercenarios, solo porque combaten, aunque no les da la nacionalidad, por supuesto. Desde abril está reclutando gente por las calles, como en el siglo XVIII. Y ha entrado en un delirio armamentístico al no quiere poner límites.
(Continuará)