13 mayo, 2024
Es difícil establecer una definición de la cultura que dé respuesta total a lo que entendemos por esta capacidad humana del saber. Una definición singular nos la dejó el ilustre francés André Maurois, al afirmar: “cultura es aquello que queda después de haber olvidado todo lo aprendido “. De todos modos, de lo que aquí vamos a tratar, es de la existencia de dos mundos: el de lacultura y el de la política. Dos mundos que entran en conflicto, con frecuencia, sobre todo, cuando participan en el juego que ofrece la ley del interés, ya sea colectivo o individual.
Un ejemplo reciente lo tenemos, con motivo del falso retiro semanal que se impuso a sí mismo nuestro original presidente Sánchez. Con ocasión del evento, los sindicatos CCOO y UGT, que están siempre al quite para echar una mano al amo, convocaron una manifestación, a la que se sumaron gentes de la cultura, que, igualmente, siempre están al loro, cuando huele a apoyos políticos que, siempre se traducen en subvenciones.
Para comenzar, diremos que los sindicatos aludidos no están para salir en defensa del gobierno, ni de otras entidades oficiales, dada su condición partidista y, menos aún, en asuntos privados. No olvidemos que los aludidos sindicatos son de izquierdas y el gobierno también. Lo justo sería que todos los sindicatos fueran independientes o gremiales y que se buscaran sus propios recursos, en las masas de seguidores.
Pero lo más curioso fue la presencia de los representantes del mundo de la cultura, que integraban músicos, cantores, cantantes, gente de la farándula, y unos cuantos exmandatarios de la política, procedentes del mundo de las puertas giratorias, practicando un dolce far niente bien remunerado.
Todos ellos harían un buen elenco para ir a Gibraltar a reclamar lo que es de España y permanece usurpado, desde hace siglos. Preguntamos: ¿A quiénes representaban, en la movida que nos ocupa, los salvadores del mundo de la cultura que allí acudieron? Habría que hacerles pasar un pequeño examen para calificar cuánto de cultos tienen algunos, sobre todo, en derecho político. Pero no. Helos ahí, asidos de la mano y mezclados en un ágape de sabor rancio, gritando proclamas de signo izquierdista, unidos para salvar los intereses personales de don Sánchez, y no los de España, que son los de todos. Hay que tener osadía para personarse en la parranda, puño en alto y haciéndose representantes del mundo de la cultura. De izquierdas, por supuesto.