Economista. Presidente de ITM, S.A. y vicepresidente de CEDE (Confederación Española de Directivos y Ejecutivos)
22 septiembre, 2024
En la historia de la humanidad se ha puesto de manifiesto que quizás sea el dinero el mejor representante de la evolución social y si bien en sus orígenes el dinero nace como una mercancía para facilitar el intercambio, superando las dificultades del trueque, enseguida se reconoce como un valor que da respuesta a múltiples necesidades personales y sociales.
En Mesopotamia, aparece por primera vez el concepto de dinero, representado en bienes ampliamente aceptados, y servían como unidad de cuenta, medio de intercambio y reserva de valor; el uso de la plata y la cebada como dinero, hizo posible la transición del trueque a un sistema monetario que facilitó el comercio y apoyó el desarrollo a una sociedad más compleja, y sentó las bases para la adopción de monedas en civilizaciones posteriores, como las de los persas y los griegos.
En China y Japón el dinero tiene una importante historia consecuencia de las características de su civilización, evolucionando desde el uso de bienes como el arroz o las conchas, hasta desarrollo de sistemas monetarios que incluían monedas de metal y posteriormente papel moneda. China fue pionera en el uso del papel moneda, mientras que Japón desarrolló un sistema monetario sofisticado que incluía el uso de monedas de oro, plata y cobre, y ambos países adoptaron sistemas modernos de moneda durante el siglo XIX, estableciendo el renminbi en China y el yen en Japón, que siguen siendo sus monedas actuales, destacando Japón por una eficaz política monetaria para controlar la inflación y adecuar el crecimiento.
El dinero en Europa ha tenido un desarrollo con proceso largo y complejo, evolucionando desde el uso de bienes y metales hasta adoptar sistemas monetarios modernos. Los primeros bancos surgen en la Edad Media, especialmente en Italia (Génova, Venecia, Florencia) ofreciendo servicios de cambio de monedas y préstamos de feria a feria. Florines y ducados, monedas de oro y plata se convirtieron en estándares importantes y la expansión del comercio y el auge de las ciudades-estado italianas contribuyeron a la circulación y aceptación de estas monedas en toda Europa.
Durante el siglo XIX se estableció en Europa el patrón oro, sistema en el que el valor de las monedas estaba directamente vinculado a una cantidad específica de oro al objeto de estabilizar su valor y facilitar el comercio internacional. En ese periodo muchos países europeos crearon bancos centrales que comenzaron a emitir billetes de banco en lugar de monedas de metal. Billetes que se convirtieron en una forma importante de dinero en circulación y se respaldaban en reservas de oro o plata. El Banco de Inglaterra, fundado en 1694, fue uno de los primeros ejemplos.
«El desarrollo del dinero en Europa ha sido un proceso largo y complejo que ha evolucionado desde el uso de bienes y metales preciosos hasta la adopción de sistemas monetarios modernos. Los primeros bancos aparecen en la Edad Media»
El patrón oro colapsó durante la Primera Guerra Mundial y abandonado en la década de 1930, durante la Gran Depresión, debido a su rigidez ante las necesidades económicas cambiantes. Después de la Segunda Guerra Mundial, con los acuerdos en Bretton Woods en 1944 se intentó establecer un sistema monetario internacional basado en el dólar estadounidense, que aún estaba respaldado por oro a una tasa fija de 35 dólares por onza, y las monedas de muchos países que se vinculaban al dólar, mantenían sus tipos de cambio dentro de márgenes estrechos en relación con el dólar, que se convertía en la única moneda que mantenía la convertibilidad directa en oro.
Estados Unidos abandonó el patrón oro en 1971, y desde entonces, la mayoría de las monedas del mundo son fiduciarias, es decir, no están respaldadas por un bien físico, sino por la confianza en el Gobierno que las emite.
La creación del dinero está asignada a Autoridades Monetarias, Bancos Centrales, por país y tipo de moneda, que realizan emisiones periódicas de billetes y monedas y configuran el disponible metálico conocido como Masa Monetaria. También crean dinero las instituciones bancarias autorizadas al conceder créditos cumpliendo requisitos de cobertura en función de los depósitos recibidos y otros activos de consideración monetaria. Ha nacido el dinero bancario que actúa de multiplicador.
La Unión Europea estableció el euro, en 1999 para transacciones electrónicas y en 2002 para monedas y billetes en efectivo lo que facilitó el comercio y la integración económica entre los países miembros de la Eurozona. El euro, reemplazando a las monedas nacionales como el marco alemán, el franco francés, y la peseta española. es una moneda utilizada por 20 de los 27 países de la Unión Europea,
La historia monetaria de España es tan rica y diversa como su pasado cultural, estando el origen del dinero y su evolución ligado a acontecimientos históricos y económicos y es con la unificación de España bajo los Reyes Católicos, cuando se inicia un proceso de unificación monetaria. Se establecieron nuevas monedas, como el real de a ocho, que se convirtió en una de las monedas más importantes del comercio mundial. A mediados del siglo XIX se adoptó la peseta como moneda oficial que coexistió con otras monedas durante un tiempo, pero finalmente se convirtió en la única moneda de curso legal. En el año 2002, con la integración en el mercado único europeo España adoptó el euro como moneda oficial, lo que implico la desaparición de la peseta.
«La historia monetaria de España es tan rica y diversa como su pasado cultural. Desde las primeras monedas acuñadas por griegos y fenicios hasta la adopción del euro, el país ha utilizado una amplia variedad de monedas, cada una con su propio valor y significado»
El dinero real, también conocido como dinero físico o dinero en efectivo, es un activo físico que se puede tocar, como billetes y monedas, y es emitido y regulado por los bancos centrales de los países y está generalmente aceptado como medio de pago.
El dinero bancario es el dinero que existe en forma de depósitos en cuentas bancarias o prestamos de dichas entidades. Está representado por registros en los sistemas bancarios y no tiene una forma física como los billetes y monedas, siendo no obstante convertible en dinero oficial, y aunque es ampliamente aceptado, su uso puede estar limitado a entornos con acceso a los sistemas bancarios, en especial en los países en vías de desarrollo que cuentan con sociedades muy poco bancarizadas, lo que es un grave obstáculo para su desarrollo económico.
La masa monetaria se refiere a la cantidad total de dinero en circulación en la economía de un país, y se puede clasificar en diferentes agregados monetarios como M1, M2, M3, y a veces incluso M4, dependiendo del nivel de liquidez que cada componente representa.
Los bancos centrales y autoridades monetarias analizan estos agregados para determinar la oferta monetaria y su impacto en la economía, como la inflación, el crecimiento económico y la estabilidad financiera, configurando actuaciones de lo que se denomina Política Monetaria, fijando tipos de interés y restricciones del crédito y coeficientes de liquidez en las entidades bancarias.
De la misma forma que se presenta el dinero en sentido material también lo es espacial, y así tenemos divisas por diferentes monedas reconocidas y controladas por países y zonas geográficas, que pueden no ser aceptadas en otros jugando el tiempo un importante papel, diferenciado un dinero efectivo hoy, de lo que es un dinero que será disponible en un periodo futuro, dando lugar a valor actual del dinero, al aplicar un tipo de interés reconocido de descuento o calcular el valor final de un importe a recibir en un momento futuro determinado. Esta consideración temporal del dinero, bien proyectado, bien por su valoración actual en función del momento futuro en el que sea disponible, altera el reconocimiento de valor total y sus consecuencias. Siendo realidad la preferencia por la liquidez frente a la disponibilidad aplazada.
Así pues, hemos pasado de dinero físico, material, representado en una mercancía de aceptación general, sea oro, plata y otros materiales o billetes de curso legar, dinero fiduciario, a un concepto del dinero que es en sí una anotación en cuenta y por tanto virtual.
«Hemos pasado de dinero físico, material, representado en una mercancía de aceptación general, sea oro, plata y otros materiales o billetes de curso legar, dinero fiduciario, a un concepto del dinero que es en sí una anotación en cuenta y por tanto virtual»
Y recientemente con la aparición de las criptomonedas, que son un registro informático encriptado creado por un sistema de “minería” en ordenadores encadenados y cuyo valor es el que quieran reconocer las partes interesadas, pero que no está soportado en ningún valor real. Un bitcoin vale la cotización que quiera reconocer el mercado.
Aunque en el análisis de la realidad monetaria diferenciamos los planos de:
–realidad física, monedas, billetes, unidades de cuenta
–medida económica de la realidad física, conforme a un criterio de valoración en conceptos de ingreso y coste.
–medida financiera de la cuantificación económica separando los momentos de ingreso y gasto, de momentos de cobro y pago.
–creación de valor de futuro incorporando previsiones.
–creación virtual de dinero con la aparición de criptomonedas y tokens con encriptación en registros informáticos.
–dimensión de computación cuántica facilitando el cálculo en dimensiones muy grandes o pequeñas en términos infinitésimos y a gran velocidad.
-otras consideraciones de índole filosófico/psicológicas, que superan los límites de nuestro conocimiento y accesibilidad.
Con lo que también lo sicológico juega un importante papel en las decisiones económicas, superando el rigor y las formulaciones apoyadas en las matemáticas y las ecuaciones que explican la realidad. El propio Adam Smith hablo de la “mano invisible” para explicar decisiones y comportamientos del consumidor y muy especialmente en criterios de inversión, producción y gestión.
En esa línea está el concepto de «Animal Spirits», idea desarrollada por John Maynard Keynes en su obra «La Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero» (1936) para explicar emociones y estados de ánimo que influyen en la toma de decisiones económicas de los individuos y las empresas, especialmente en situaciones de incertidumbre.
Recientemente, en 2009, George Akerlof y Robert Shiller retomaron y expandieron el concepto de «animal spirits» en su libro «Animal Spirits: How Human Psychology Drives the Economy, and Why It Matters for Global Capitalism» donde argumentan que la psicología humana es fundamental para entender las crisis financieras y otros fenómenos económicos analizando conceptos como: Confianza, Justicia, Corrupción y Sobornos, Aversión al riesgo y aversión al engaño como demostró Ernst Fehr. Ludopatía, Ilusión monetaria y preferencia por la liquidez, Enriquecimiento Injusto, Narrativas Económicas y fake news.
Los conceptos negativos asociados con el dinero, como la usura, la avaricia, la especulación, la codicia, la ludopatía, el materialismo, la corrupción y el enriquecimiento injusto, han sido objeto de referencia crítica a lo largo de la historia por sus efectos destructivos en la sociedad y la moralidad humana, críticas que provienen de diversas tradiciones religiosas, filosóficas y éticas que buscan promover un uso más justo y equitativo de los recursos, así como la humanidad enfocada en valores más allá de lo material, haciendo prevalecer la solidaridad, la generosidad y la confianza.
La relación entre el dinero y el poder está considerada como un tema central en la historia, la política, la sociología y la economía. El dinero, más allá de ser un medio de intercambio y una reserva de valor, también se convierte en la sociedad en una fuente significativa de poder ya que otorga la capacidad de controlar recursos económicos, ya sean tierras, bienes, tecnología, así como capital humano a quien posee grandes cantidades de dinero e influir en la economía, en mercados enteros, mediante inversiones estratégicas, especulación o incluso creando monopolios. moldear mercados y economías enteras, lo que les da un considerable poder sobre las vidas de millones de personas.
El dinero se utiliza para influir en la política a través del lobbying, donde grupos de interés financian campañas y ofrecen apoyo a los políticos a cambio de decisiones favorables en políticas públicas y puede llevar a una concentración del poder en manos de unos pocos y a una distorsión de las prioridades políticas.
La corrupción es una manifestación extrema de la relación entre dinero y poder, donde se intercambian sobornos o favores a cambio de decisiones políticas, socavando la democracia, la justicia y la confianza pública.
En el cristianismo, se advierte contra la idolatría del dinero, ya que puede alejar a las personas de los valores espirituales y humanitarios. La Biblia sostiene que «el amor al dinero es la raíz de todos los males» (1 Timoteo 6:10), sugiriendo que la búsqueda desmedida del dinero puede corromper el alma y la sociedad.
La relación entre el dinero y el cristianismo ha sido moldeada por enseñanzas bíblicas, doctrinas e interpretaciones teológicas a lo largo de la historia y aunque el dinero en sí no es considerado intrínsecamente malo, su acumulación y uso han sido objeto de un escrutinio moral constante. Los principios de caridad, justicia y uso responsable de los recursos siguen siendo fundamentales en la ética cristiana respecto al dinero que ha sido un freno en la Iglesia más ortodoxa que enfatiza los aspectos negativos frente a la apertura de la ética protestante, lo que explica muchos comportamientos diferentes en las sociedades occidentales.
«El dinero se utiliza para influir en la política a través del cabildeo (lobbying), donde grupos de interés financian campañas y ofrecen apoyo a los políticos a cambio de decisiones favorables en políticas públicas y puede llevar a una concentración del poder y a una distorsión de las prioridades políticas»
Filósofos como Karl Marx criticaron la forma en que el capitalismo convierte al dinero en un poder opresivo que aliena a los trabajadores de los frutos de su trabajo y les roba su dignidad. Otros filósofos, como Nietzsche, criticaron la forma en que el poder económico puede suprimir la voluntad de los más débiles.
El dinero también plantea desafíos éticos sobre la equidad, la justicia y el bien común. La concentración de dinero en manos de unos pocos puede llevar a la corrupción, la desigualdad y la opresión, pero también puede ser una herramienta para el empoderamiento personal y colectivo si se utiliza de manera ética y con un enfoque en el bienestar social. El desafío es equilibrar el poder que confiere el dinero con una responsabilidad moral y social que beneficie a todos los miembros de la sociedad. El dinero, como recurso financiero, es esencial para iniciar y hacer crecer empresas, el emprendimiento, como motor de innovación, impulsar el desarrollo económico y social y el progreso, con mejora continua en la calidad de vida y el bienestar de las personas.
El dinero, el emprendimiento y el progreso están intrínsecamente conectados en la economía moderna. El dinero es el combustible que permite a los emprendedores transformar ideas en realidad, mientras que el emprendimiento impulsa la innovación, la creación de empleo y el desarrollo económico, todos elementos esenciales para el progreso. Sin embargo, para que esta relación sea verdaderamente beneficiosa para la sociedad, es crucial abordar los desafíos del acceso al capital, la sostenibilidad y la inclusión, asegurando que el progreso alcanzado sea equitativo y duradero.
El futuro del dinero es un tema que genera un gran interés y especulación, especialmente debido a los rápidos avances tecnológicos, los cambios en la economía global y las transformaciones en la sociedad. A medida que el mundo evoluciona, el concepto de dinero también se está transformando, afectando cómo se intercambia, almacena y percibe el valor.
El dinero está en la actualidad en un punto de inflexión, con la tecnología digital transformando su naturaleza y funciones. Desde las criptomonedas y las monedas digitales de bancos centrales hasta la descentralización financiera y la tokenización de activos, estamos viendo una reconfiguración fundamental de cómo entendemos y utilizamos el dinero. Este futuro traerá tanto oportunidades como desafíos, desde la inclusión financiera y la innovación hasta la regulación y la seguridad. En última instancia, el dinero del futuro no solo será una herramienta económica, sino también un reflejo de nuestras aspiraciones sociales, tecnológicas y éticas en un mundo cada vez más digital e interconectado.
A medida que el dinero evoluciona, los gobiernos enfrentan el desafío de regular nuevas formas de dinero y sistemas financieros. Esto incluye la regulación de criptomonedas, DeFi, y otros avances tecnológicos que podrían cambiar la dinámica del poder financiero. Las políticas regulatorias serán cruciales para determinar cómo se integran estas nuevas formas de dinero en la economía global. A medida que el dinero se digitaliza, aumenta el riesgo de ciberataques y fraudes digitales y la seguridad cibernética será fundamental para proteger las transacciones y los sistemas financieros del futuro y para mantener la confianza en los sistemas de dinero digital.
«El dinero también plantea desafíos éticos sobre la equidad, la justicia y el bien común. La concentración de dinero en manos de unos pocos puede llevar a la corrupción, la desigualdad y la opresión, pero también puede ser una herramienta para el empoderamiento personal y colectivo si se utiliza de manera ética»
Las nuevas formas de dinero, especialmente a través de tecnologías móviles y digitales, tienen el potencial de incluir financieramente a millones de personas que actualmente están excluidas. Esto podría transformar economías en desarrollo, permitiendo a las personas participar en la economía global de maneras antes imposibles y reducir la pobreza.
Con la digitalización del dinero y la economía, el trabajo freelance y remoto está en auge, pudiendo las personas trabajar para empresas en cualquier parte del mundo y recibir pagos en monedas digitales, sin las barreras tradicionales de los sistemas bancarios, lo que abre nuevas oportunidades de empleo y emprendimiento, especialmente en sectores como la tecnología, el diseño, y el marketing.
Las plataformas digitales que facilitan la economía colaborativa (como Uber, Airbnb, etc.) podrían integrarse con nuevas formas de dinero, permitiendo pagos instantáneos y seguros entre pares, para expandir oportunidades económicas y hacer que los mercados sean más eficientes y accesibles.
El dinero juega también un papel central en la economía oculta, donde se incluyen actividades como el tráfico de drogas, la corrupción, el lavado de dinero, y otras prácticas ilícitas que tienen un impacto negativo muy significativo en la sociedad con efectos devastadores en la sociedad, desde la perpetuación del tráfico de drogas y la corrupción hasta la financiación del terrorismo y el debilitamiento del Estado, ya que a pesar de los esfuerzos globales para combatir estas actividades, la economía oculta sigue siendo una fuerza poderosa que erosiona el progreso económico y social.
Esta visión global nos llevar a reafirmar nuestra posición respecto a que el dinero es el principal factor material de la evolución social, condicionando actitudes y comportamientos y despierta pasiones que es necesario superar dentro de una ética moral que respete valores también con la naturaleza y medio ambiente, pero esencialmente considerando la dignidad de la persona.
El dinero también sirve para impulsar, corregir o penalizar con motores de dinamización como premios y estímulos en metálico para reconocer actuaciones personales en la forma de simples propinas, bonus laborales o comerciales por realizar operaciones o conseguir ciertos éxitos, a notables premios de reconocimiento científico, los Nobel, cultural, Oscar o premios literarios, o prestigio social, como los Princesa de Asturias, y otros muchos, así como por otra parte en caso contrario con multas, sanciones judiciales o fiscales y otros de idéntica naturaleza que actúan como castigo penalizando actuaciones no autorizadas o mal hechas.
La ausencia del dinero es origen de la pobreza provocando diferencias sociales con entornos de miseria y con discriminaciones como la “aporofobia” (aversión al pobre), tal como señala Adela Cortina. Quizás de forma extrema hoy se explicita con el rechazo a la inmigración incontrolada y lo que sucede en barrios marginales en zonas urbanas.
Su exceso también provoca rechazo, polarizando de la sociedad entre ricos y pobres y dando lugar a un nuevo concepto que denominaremos “divesfobia” (odio al rico), que explica muchos de los movimientos y sucesos que están ocurriendo en la actualidad, como se ponen de manifiesto en las elecciones americanas.
«Independiente de la necesidad de continuar protegiendo a los más desfavorecidos y aplicando criterios de servicios públicos en igualdad para todos, especialmente en sanidad y educación, se cuestiona la renta básica, por no valorar el trabajo, desalentar el esfuerzo y no estimular el crecimiento responsable»
Estas situaciones junto con el avance de la economía social del mercado especialmente en Europa, a la que se han se han incorporado aspectos propios de la social democracia, al objeto de proteger a las clases más debilitadas, ha dado lugar a lo que Francis Fukuyama considera el fin de la historia, y que actualmente con movimientos populistas igualitarios se pretende implantar un salarió mínimo vital y una renta básica por el hecho de ser ciudadano del país que lo aplique se trabaje o no.
Independiente de la necesidad de continuar protegiendo a los más desfavorecidos y aplicando criterios de servicios públicos en igualdad para todos, especialmente en sanidad y educación, se cuestiona la renta básica, por no valorar el trabajo, desalentar el esfuerzo y no estimular el crecimiento responsable. El nuevo orden económico mundial precisa de una reinvención estimulando el emprendimiento y recompensando el esfuerzo, con coopetivismo (colaboración en competencia) siendo el trabajo en cualquiera de sus formas el mejor modelo de dignificación de la persona y su aportación social.
Es la generación de renta, creación de riqueza, lo que dinamiza el crecimiento de la sociedad, con mejora del bienestar personal o social, siempre que no se perjudique el medio ambiente y el equilibrio ecológico sostenible, ya que la mejora es imposible si se rompe el equilibrio o se destruye la naturaleza. Ejemplo es la pesca como generador de actividad económica de renta y riqueza, pero siempre que se haga de forma equilibrada y no esquilmando especies marinas, que puedan incluso desaparecer, lo que vale para toda actividad económica, sea en la agricultura, la ganadería, la minería, la industria, incluso los servicios, por su consumo de recursos, evitando que la ambición empresarial que refleja en el dinero su realización se convierta en desmedida, ludópata en los aspectos negativos de avaricia.
De la misma forma la aversión al riesgo puede paralizar actividades, poniendo en peligro el equilibrio social y la evolución del empleo, cuya remuneración mediante el salario al tiempo de dignificar a la persona también posibilita adecuado orden en la sociedad.
Abogamos pues por una posición inteligente que dé al dinero su importancia relativa y facilite una economía en progreso responsable dentro de un orden económico que respete la evolución universal.
Este artículo tiene el objetivo de dar una visión económico-financiera del dinero que complemente los excelentes artículos de D. Ramón Cacabelos, Catedrático de Medicina Genómica, publicados en tres partes bajo el título San Dinero.