26 mayo, 2024
He aquí una palabra dotada de un amplio campo semántico complejo y que ofrece, por si sola, otros conceptos similares, como son el de seriedad, verdad y cumplimiento. Convive con nosotros desde que tenemos uso de razón hasta que ésta se deteriora o se pierde como anticipo de la muerte. El compromiso se adquiere, por un acto de la voluntad libre. De ahí el recelo que suscita la decisión de aceptarlo o no. La historia de cada persona está llena de situaciones dubitativas, una de las más importantes es la que corresponde al momento previo a echarse encima la carga de adquirir un compromiso que puede estar presente en la palabra dada, en la hipoteca y en la compraventa. O, también, en aceptar un cargo gratis, individual o colectivo. Curioso e importante era aquel gesto de los compradores de reses en las ferias del rural. Era un verdadero acto ceremonial. Después de llegar a un acuerdo, comprador y vendedor se daban la mano y se pronunciaba la frase “trato hecho”, lo cual quería decir que no había vuelta atrás. Se trataba de una compraventa oral. Ahora no basta con este tipo de transacción. En la banca se firman hipotecas en papel sellado y oficializado. Y todo ello no basta, muchas veces, para asegurar el finiquito de lo pactado en el papel. Es la falta de seriedad ante el compromiso. Otra actitud es la de retraerse ante la invitación a presidir cargos gratuitos, por la especie de atadura que ello supone. El compromiso es para personas fuertes de carácter y pletóricas de moral, que no rehúyen el sacrificio. Lo prometido es deuda, dice adagio. Decía el viejo e ilustre alcalde de Madrid aquello de que “las promesas están para no ser cumplidas “. Y no se crean que lo decía de broma. Simplemente proclamaba una evidencia. ¡Vaya! Ya entramos en territorio político. Es que los políticos, en más de las veces, son verdaderos especialistas en eso de incumplir promesas. Hay que verlos y escucharlos en los mítines. Primero se quitan la corbata, para ponerse ad hoc. O sea, a la altura del pueblo llano. Y, si es necesario se arremangan. Luego se les calienta la boca y, en pleno ardor de la fiesta, prometen hasta puentes sin río. Esto sucedió en una villa de la meseta castellana, un día de elecciones. El candidato ofreció un puente al pueblo. Pero, señor candidato, si aquí no tenemos río, observó uno de los asistentes al mitin. Es igual. Traeremos el río, respondió el candidato. Eso se llama compromiso y lo demás son cuentos.