15 junio, 2024
Alemania es durante estos días toda una fiesta del fútbol y los aficionados, que llegados desde todos los rincones del continente, y más allá de él, abarrotan las calles y las fan zones de las principales ciudades del país germano, que acogerán durante un mes el mayor torneo de selecciones de Europa.
Este ambiente festivo se trasladará, si todo sale según lo previsto, a España, Portugal y Marruecos dentro de seis años, con motivo del Mundial 2030 en el que los tres países ejercerán como anfitriones y en el que Galicia, ya desde hace un tiempo, tiene puestas enormes expectativas y esperanzas.
No es para menos, y es que una competición de estas dimensiones, tal y como demuestra el ejemplo de Alemania, no solo supone todo un acontecimiento en clave deportiva, sino también en lo social y, muy particularmente, lo económico.
Podría decirse que citas como Eurocopas, Copas del Mundo, Juegos Olímpicos… Han terminado por convertirse en un jugoso pastel del que absolutamente todo el mundo trata de asegurarse una porción. Algo que hace que la propia Galicia, donde Vigo y A Coruña a través de Balaídos y Riazor se postulan a albergar la cita, no pueda descuidarse si no quiere quedarse sin el suyo….
EL 2030 COMO OBJETIVO
Resulta complejo medir el impacto que tendría para Galicia ser una de las sedes del Mundial 2030, aunque sí contamos con cifras presentadas por el propio Gobierno español en clave nacional. Según sus estimaciones del año 2022, el Mundial 2030 supondría para España una inversión de unos 1.500 millones de euros para organizar el campeonato. El gasto en infraestructuras alcanzaría los 750 millones, a los que se sumarían otros 685 millones en gastos de organización. Cifras bien significativas pero que, si las ponemos en contexto, están bien lejos de la absoluta locura que supuso el pasado Mundial de Qatar, donde se habla de una inversión de más de 200.000 millones de euros.
Y sí, aunque traer a los cracks del mundo del fútbol tiene un precio, el retorno no es tampoco para nada desdeñable: la previsión del Ejecutivo español es que el Mundial de 2030 tenga un impacto de 5.120 millones de euros en el PIB español, así como la creación de más de 82.513 empleos a tiempo completo en España.
Incluso señalan desde Moncloa que por cada euro invertido en la Copa del Mundo se generarán 4,28 euros al PIB y 1,32 euros de ingresos fiscales, a lo que además se suma que, en el plano turístico, se esperaría un gasto superior a los 5.500 millones de euros repartido por todo el territorio nacional.
En este sentido, precisamente el pasado Mundial de Qatar atrajo la llegada de cerca de 1,5 millones de visitantes extranjeros al país.
LOCURA EN ALEMANIA
Al margen de las previsiones de cara a dentro de seis años, basta con mirar a Alemania para reparar en que esta Eurocopa también generará cifras de escándalo. Según declaró la UEFA, se estima que el impacto económico de la Eurocopa será de 2.409 millones de euros, un récord absoluto, superando el de la de 2016 que generó 1.916 millones y la de 2020, retrasada un año por la pandemia, que generó 1.882 millones.
Por su parte, el investigador Gerome Wolf del Instituto ifo, que analizó precisamente las implicaciones de esta Eurocopa en diversos frentes dentro del país, señaló que «podemos esperar unos 600.000 turistas más y 1,5 millones de pernoctaciones adicionales durante el periodo de los partidos».
Además de esto, varios expertos señalaron cifras que hablan de la incidencia que puede llegar a tener una cita así para el entorno empresarial.
Algunos, por ejemplo, han establecido paralelismos con el último gran torneo de fútbol celebrado en el país; el Mundial 2006.
Es el caso del analista de XTB Jiří Tyleček , que puso el acento en un grupo de empresas que experimentaron un significativo crecimiento en el corto plazo a raíz de la cita mundialista de hace 18 años.
Según señala, existe el ejemplo de Lufthansa y Ryanair, que cuentan con una gran cuota en el mercado alemán y esperan un aumento significativo de sus ingresos en los próximos meses. De igual forma, según apunta Tyleček, ambas empresas lograron una apreciación de casi el 50% durante los seis meses posteriores al Mundial 2006.
El sector hotelero también es otro caso similar, esperando batir cifras récord en el país germano este verano. Además, Accor y Marriott, los dos mayores grupos del país en cuanto a número de habitaciones, crecieron un 40% y un 30% respectivamente hace 18 años, apenas unos meses después de la mencionada Copa del Mundo de 2006.
Por citar más ejemplos, la cervecera belga Anheuser-Busch InBev, que cotiza en bolsa y cuenta con una larga tradición en Alemania, registró un aumento de un tercio en sus beneficios en los meses posteriores al mentado Mundial.
TAMBIÉN HAY CONTRAS
Y es que precisamente el albergar esta Eurocopa 2024 se presenta como una de las grandes esperanzas para una economía alemana que, acostumbrados a ver en ella al motor de nuestro continente, hoy vive momentos de cierta incertidumbre.
Sin ir más lejos, el PIB de Alemania parece haberse estancado por completo desde poco antes de la pandemia, ya que desde el cuarto trimestre del año 2019, antes del inicio del covid-19, el PIB real alemán ha aumentado un escaso 0,3% en términos acumulados, frente al 8,7% de EEUU, el 2,2% de Francia y el 4,6% de Italia, según datos de ElEconomista.
En este sentido, muchos también apuntan a que el impacto del torneo no será tal como algunos pregonan.
«El efecto será de corta duración, por lo que las exportaciones de servicios debidas a los turistas que regresan probablemente caerán nuevamente después del final de la Eurocopa en el tercer trimestre y se mantendrán en general», señaló el investigador del ifo Gerome Wolf.
Incluso, en relación a esas teorías que sostienen que los éxitos deportivos pueden llegar a remover los cimientos de toda la economía de un país, hay voces que matizan esta visión.
«Vuelven los recuerdos colectivos del Mundial de Alemania 2006 y de la victoria en el Mundial de Brasil 2014, así como los de una Alemania más alegre y también con mejores resultados económicos. No queremos aguar la fiesta, pero las pruebas económicas contundentes que vinculan la celebración y/o la victoria de grandes acontecimientos deportivos con los resultados económicos siempre han sido muy indistintas», declaró Carsten Brzeski, economista del banco ING.
GALICIA Y EL RIESGO DE QUEDARSE SIN NADA
Nuestra comunidad lleva inmersa en la carrera por esa ansiada sede mundialista ya varios años, siendo las informaciones a este respecto a veces contradictorias y, en el último tiempo, más bien pesimistas.
Se sabe que Riazor (A Coruña) y Balaídos (Vigo) compiten por el honor de ser anfitrión de la cita mundialista y, si a finales del pasado año la representación gallega se daba por sentada, nada parece seguro en la actualidad. Uno de los motivos es la remodelación que ambos estadios habrían de emprender, que supondrían una inversión que se cifra en 90 y 75 millones respectivamente, dos proyectos tan ambiciosos que podrían rozar lo irrealizable y que hacen que nada garantice a estas alturas que el Mundial vaya a llegar a Galicia.
Por lo pronto, el presidente de la Real Federación Galega de Fútbol, Rafael Louzán, afirmó que se espera que entre nueve y once de los catorce estadios que han candidatado para el evento sean seleccionados. así como que continúa mediando entre las ciudades gallegas y la RFEF, y que mantiene contacto permanente con la FIFA.
Son el Santiago Bernabéu y Metropolitano (Madrid), Camp Nou y RCDE Stadium (Barcelona), Mestalla (Valencia), San Mamés (Bilbao), Anoeta (San Sebastián), La Romareda (Zaragoza), La Nueva Condomina (Murcia), La Cartuja (Sevilla), La Rosaleda (Málaga) y Gran Canaria (Las Palmas), los otros que pelean por llevarse un pedazo de este multimillonario pastel.
Y si Galicia se descuida, no quepa duda que se quedará sin nada.