25 julio, 2024
El 25 de Julio es, quizá, la fecha más emblemática del año en Santiago. ¿Qué representa para usted?
Es el día en que la ciudad que me dio mi primera oportunidad laboral, se pone bajo un foco mediático internacional. Por lo tanto, el momento en que debe lucir soberbia en su arquitectura, y humilde en su trato con los que la viven y la visitan.
También creo que este espíritu de orgullo compostelano no debe perderse nunca, recuperando el aire cosmopolita y creativo que tuvo. Venir a Santiago significaba hacerlo al lugar donde se conseguían milagros: los mejores médicos, abogados, artistas, estaban aquí, y era el epicentro de toda Galicia. El día 25 de xullo (así, en gallego es como lo digo), debe recordarnos que esas características de excelencia, calidad y buen trato no pueden perderse nunca.
– Al margen de la jornada institucional, festiva y de la ofrenda real, ¿qué supone el símbolo del Apóstol y todo cuanto se asocia a su figura?
Siempre que paso por el Obradoiro, lo saludo con cierta socarronería y le pregunto si no está cansado de tantas peticiones, visitas y usos institucionales. Para mi el Apóstol tiene un significado más íntimo y personal así que no me dirijo a él como “patrón”, sino como guía y mentor en el camino de la vida. Hay que tener mucha fe para seguir a Alguien, y también para perseguir un sueño a través de las dificultades. En ese sentido, lo tengo por un Santo muy relacionado con el apoyo en los momentos de incertidumbre y cansancio, que es como decir, vivir avanzando, tropezando y levantándose.
– ¿Cree que en lugar de a Roma, ahora todos los caminos conducen a Santiago?
Todos los caminos conducen al objetivo que uno se ha trazado, y al que se puede llegar de muchas formas lo que dependerá de los valores que cada uno sienta como propios. Hay que elegir si se quiere llegar antes que nadie, o mejor y más sabio. El camino en sí ya es una vivencia, puesto que, como Ulises dirigiéndose a Ítaca hay que disfrutar del aprendizaje que supone la travesía.
Por otra parte, he estado en Roma y me falta la otra gran ciudad de las peregrinaciones, Jerusalén, esta última centro espiritual de las tres grandes religiones monoteístas y actualmente un tristísimo referente por causas muy ajenas a las espirituales. Creo que hay que visitarlas todas, empaparse de su espíritu… y volver a Santiago.
– Está jornada también tiene asociada una fuerte connotación política. ¿Se identifica con ella?
Me identifico con el sentimiento del galeguismo no excluyente. Con la defensa de los intereses gallegos ante cualquier Administración y Parlamento. Lamento la ausencia de un grupo político que vele por las necesidades de nuestro pueblo sin permitir que sean moneda de cambio. Y que no pidan certificado, sino “sentimento de galeguidade”.
Siendo un pueblo que ha emigrado, no puedo entender la exclusión dentro de nuestra cultura, me resulta muy ajena.
– Vivimos en una sociedad polarizada de todos contra todos. ¿En qué medida esta fecha puede ayudar a unir antes que a batallar?
Recordando que, en este pueblo, es más lo que nos une que lo que nos separa. Hay que guardarse el ego y rescatar la realidad identitaria de Galicia, es decir: nuestra forma de hacer las cosas, de pensar, de hablar. Lo que valoramos, lo que nos hace vibrar. Y compartirlo con el resto del Estado, orgullosos de ser quienes somos, de dónde venimos sin falsos complejos, ni de inferioridad ni de superioridad. Es un día para dar gracias por ser y sentirse gallegos y gritárselo al mundo.
– ¿Puede resumir en una frase el espíritu de un día especial que debería resultar balsámico para todos?
Usa tu corazón como brújula y llegarás a Santiago.