16 julio, 2024
El acusado de haber disparado a su exmujer en O Grove (Pontevedra), a quien hirió en el cuello y la cabeza en diciembre de 2018, ha asegurado que no recuerda nada de aquel episodio, simplemente «una pequeña discusión» que comenzó cuando la víctima, de la que tenía una orden de alejamiento, llegó a la vivienda y le sorprendió en ella durmiendo.
La Fiscalía solicita 21 años y 11 meses de cárcel para el acusado en el juicio que ha comenzado este martes en la sección cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra.
El fiscal le acusa de un delito de maltrato habitual con el agravante de que los hechos ocurrieron en el domicilio de la víctima y en presencia de la hija menor.
Además, le imputa un delito continuado de quebrantamiento de la pena de alejamiento, un delito de asesinato con alevosía en grado de tentativa con la agravante de parentesco y la agravante de género y un delito de tenencia de armas prohibidas.
Preguntado por si reconocía los hechos, José Antonio P.F., que ha comparecido en silla de ruedas, los ha dado por ciertos, aunque ha precisado que los recuerda, que lo que sabe es por lo que le «contaron otras personas y por la prensa».
Así, ha admitido el maltrato y que se le impuso la pena de prohibición de aproximarse por seis meses a la mujer y que en octubre y noviembre de 2018 se comunicó con ella.
También ha dado por válido que el 5 de diciembre de 2018 accedió al domicilio portando, primero, un cuchillo y, después, un revólver con el que, sin que ella tuviera tiempo a reaccionar, le propinó un golpe en la cara y le disparó, si bien, sobre esto último ha precisado: «No lo recuerdo. Estoy muy nervioso».
«De memoria estoy negado. Sé que hubo una pequeña discusión y nada más», ha comentado antes de relatar que lo último que recuerda es que estaba durmiendo en el sofá del salón del domicilio de su expareja porque no había podido conciliar el sueño por la noche, que ella había llegado de trabajar horas antes de lo que esperaba y que se había puesto alterada.
«Hubo discusión. Bueno, discusión no, habladurías», ha declarado antes de advertir de que la víctima le había dado las llaves de la vivienda «para sacar sus efectos y documentos», pero también manifestó que las llaves las obtuvo «un mes o dos antes», una vez que salió a buscar unas cervezas y para evitar que, de vuelta al domicilio, tocara el timbre.
El procesado ha contado que no recuerda haber cogido un cuchillo ni haber ido a la habitación de la mujer porque desde que le pasó «el accidente» no es capaz de «soñar» y se le «borró todo eso».
Igualmente, ha reconocido que tenía una licencia de escopeta de caza que entregó en la Guardia Civil, pero no el revólver que presuntamente utilizó en la agresión, cuyas fotografías le mostraron.
Preguntado sobre si con anterioridad había maltratado a la víctima, ha dicho que «maltrato nunca; calentamiento, sí».
Al ser interpelado nuevamente por si sabía los motivos que le habían llevado a este juicio, se ha remitido a terceros: «Según dicen, le pegué un impacto de bala».
Ha dicho también que está «diagnosticado de nerviosismo», que no puede escribir y que le cuesta leer. Todo, salvo eso último, «a raíz de los hechos» de aquel día de diciembre en el que, según el escrito de acusación, después se atrincheró en la vivienda y se pegó dos tiros.
Tras aquel «accidente doméstico» que no recuerda, estuvo «un mes en coma», por lo que le han contado, y se despertó en una cama de hospital.
Aunque todo eso ocurrió en 2018, el acusado también deberá rendir cuentas por los malos tratos previos, de los 25 años de relación, entre 1993 y 2018.
El tribunal ha accedido a que la mujer declarara a puerta cerrada, algo que hizo un vez que el acusado diera su versión.