9 junio, 2024
1521.- En la construcción del claustro gótico de la catedral de Santiago que llevaba 140 pies por lado, y para que la obra fuese con rapidez, ordena el Cabildo y el obispo Fonseca que ningún prebendado excusase el encargo que le cometieran so pena de un año de descuento. Este prelado dio un “cuento” (millón) de maravedíes para esta obra que se terminó en 1546
Entre las muchas obras que el arzobispo Gelmírez impulsó en la basílica compostelana, hubo una que parece que quedó por hacer, señala en su información de archivo la oficina de la Catedral de Santiago. Se trata de la construcción de un claustro anejo a los muros de la catedral. Habría que esperar hasta los años centrales del siglo XIII para que el arzobispo Juan Arias diera un nuevo impulso constructivo en la sede compostelana, que ya sería en clave gótica. Además de otras obras, levantó un claustro. Éste se encontraba más o menos en la misma ubicación que el actual, pero a un nivel inferior y siendo de menor tamaño. Sus restos arqueológicos se conservan en los subterráneos de la catedral. Entre ellos hay algunos sarcófagos que nos hablan del uso funerario del recinto, además de la base de un torreón defensivo del siglo XIV, llamado de Gómez Manrique.
Este claustro medieval sufrió el envite de las disputas entre la mitra compostelana, la nobleza gallega y la burguesía, por lo que a la estrechez de sus espacios se unía su deterioro cuando, en el año 1505, Alonso III de Fonseca destinó un millón de maravedíes para la obra, que no se iniciaría hasta 1521. Fue encargada a Juan de Álava, quien dirigió los trabajos hasta su muerte, en 1537. Sería Rodrigo Gil de Hontañón quien las continuaría, con la intervención de algún otro maestro, prolongándose hasta 1590. Las obras empezaron con celeridad, pero pronto se ralentizaron habiendo de superar ciertos obstáculos, como el derribo de una manzana de tiendas de plateros hacia 1540.
La dilatación del proyecto no hizo que se alterase el plan inicial de Juan de Álava. El resultado es uno de los mejores y mayores claustros de España, con crujías de treinta y cuatro metros de largo y seis de ancho. En su concepción arquitectónica, es un claustro aún gótico, pero ya renacentista en la decoración. Se cubre con estrelladas bóvedas con variedad de claves. Éstas arrancan de altas ménsulas, y cada tramo de los cinco por crujía que las forman lleva un contrafuerte exterior con múltiples pináculos. En la parte más alta hay que destacar la calada crestería.
2004.- Falece en Ourense, após una prolongada enfermidade o poeta do existencialismo pesimista Antón Tovar, quen, incomprensiblemente, aínda non conta co adicamento dun día especial das Letras Galegas por parte da Real Academia.
Antón Tovar Bobillo naceu na localidade ourensá da Pereira (Rairiz de Veiga) en 1921. Tras iniciar estudos de Filosofía e Letras na Universidade de Santiago, abandonou para ingresar como novicios nos Xesuítas de Salamanca, onde ficaría pouco máis dun ano.
En 1942 gañou a oposición a Contador do Estado, sendo destinado primeiro a León e máis tarde a Ourense, cidade en que exerceu como funcionario do Ministerio da Facenda até 1967, ano en que foi expulsado pola súa militancia clandestina no Partido Comunista. Nesa altura, comezou a traballar na libraría Tanco, onde estabeleceu relación con Vicente Risco, Ferro Couselo e López Cid e tivo acceso a libros prohibidos.
Na década dos cincuenta iniciou a súa actividade literaria en español coa publicación do poemario Barro de nadie (1955). Despois de varios libros de poemas nesa lingua, en 1962 edita no noso idioma Arredores, á que seguirían Non (1967), Poesía galega completa (1974) -que recolle os dous primeiros libros e o poemario inédito «O vento no teu colo»-, Calados esconxuros (1980) -poemas dedicados á reivindicación do idioma-, Berros en voz baixa (1990), A nada destemida (1991) e Cadáver adiado (2001) -onde se concentra o existencialismo pesimista presente ao longo de toda a súa producción-.