Rosa Aneiros: «La memoria es una trampa, echamos capas para olvidar»

En el marco de la primera feria del libro en Galicia por esta temporada, Rosa Aneiros (Valdoviño, 1976) juega en casa y completa en Ferrol su recorrido promocional por la salida de «A noite das cebolas» (Xerais), una nueva incursión en el público adulto para una autora que se siente particularmente cómoda ante el infantil.

La escritora brinda «un relato en el que los lectores no van a encontrar un ritmo trepidante, es más una lectura lenta», un trabajo encaminado a «disfrutar de la propia literatura» y con el que ella misma quiso «recrearme con las palabras, dejar de correr y mirar lo que nos rodea».

Un libro que empezó a gestar hace varios años, una idea que surgió porque tenía «ganas de contar el regreso a la tierra, reconciliarte con el planeta», un deseo que afloró en muchas personas por la pandemia, pero en su caso ya era anterior.

Ese anhelo se traslada a las páginas de «A noite das cebolas», en las que Aneiros, periodista y trabajadora en el Consello da Cultura Galega, plasma las vivencias de un personaje que se «cansó de correr y empezó a mirar lo que le estaba rodeando».

El cultivo de las cebollas como gancho argumental para descubrir que hay «un momento en la vida en el que te das cuenta» de que esa verdura «tiene el mismo proceso vital que tú».

La autora de la parroquia de Meirás, en la costa del municipio de Valdoviño (A Coruña), plantó su «propia cosecha de cebollas», para el cual «hay un breve manual» condensado en la novela, aunque reconoce que no fue «una cosecha nada bueno, pero salió un libro».

Un tratado sobre la belleza o la naturaleza, un compendio de detalles para descubrir que la «memoria es una trampa, inventamos prácticamente lo que vivimos; lo reconstruimos a partir de lo que sabemos, echamos capas por encima para olvidar determinados sucesos, pero en un momento determinado de la vida afloran».

Para Rosa Aneiros, también es «una obra de reflexión sobre toda mi obra», ya que buscó «dejar de correr y pararme en las palabras», tenía «ansia de reflexionar» y lo consiguió con el personaje de Abril Andrade.

Pese a los contratiempos de la vida cotidiana, «descubre que la vida tenía más que ofrecerle» en una cascada de acontecimientos que arranca una mañana de otoño contemplando «La noche estrellada», de Van Gogh, en las paredes del MoMa neoyorquino.

Un cuadro célebre que obsequia, apunta la escritora, con una «dimensión extraordinaria del universo», un lienzo «muy pequeño» con el que asomarse «a la locura de Van Gogh; hay algo que te atrapa y te deja ver que hay algo más».

Aneiros está empezando a recabar ahora las impresiones de los primeros lectores, lo que surge de sus «mentes» una vez cerrado el libro, poder saber cómo lucen «esas cebollas que sembré, cómo crecen, cómo otros las hacen florecer».

Capítulos en los cuales «aprendes que las palabras son tan maleables que puedes contar millones de historias para públicos diferentes» o dar una versión diferente de sí misma: «Soy muchísimo más divertida cuando escribo para niños, para adultos soy más solemne, pero aquí hay un personaje que dejó sacar mi parte más gamberra»