1 junio, 2024
Los gallegos, de condición agradecidos, nunca daremos colmado la gratitud que se merece la Xunta por, a falta de objetivos reales y priorizados de Gobierno, esa suerte de tómbola subvencionadora en que se ha convertido, donde lo mismo hay dinero para rehabilitar viviendas que para `conectar´ a los jóvenes a Galicia, para sacarse un carnet de conducir que para primar la madera autóctona (?) como categoría estructural de nuestras viviendas, para ayudar a los concellos en su mejora energética que para los bonos de alquiler para jóvenes, ayudas al “fermosismo” o bonos para el comercio, avales para vivienda o cuotas cero para autónomos, ayudas a la rehabilitación de viviendas en el Camino o arreglo de las paradas del bus. Y suma y sigue, en proporción directamente proporcional a lo que no funciona por sí mismo.
Ocurre que tanta magnificencia se ve truncada en la práctica, de ahí que acceder a ellas sea una suerte de lotería, de tómbola, tanto por la renuncia al premio a causa de su insufrible burocracia como por llegar tarde, cuando la partida ya se ha finiquitado, por la incerteza de tener asegurado el retorno de la inversión como por las propias dificultades para acceder a ellas, dado lo aleatorio de los concursos donde el único criterio es el de que quien antes llegue lo pilla. ¡Que no hay duda que es un eficiente ejercicio de equidad ante a ley!
Ahora le toca la suerte a los bonos turísticos, dicen que para desestacionalizar la oferta. Luego de haber hecho dejación de sus responsabilidades en política turística en manos de un clúster que anda a la que caiga y muy cojo en profesionalización, se mantiene el bono creado para la pandemia y a pesar de que, lo dice el Gobierno gallego, “el turismo va bien”. Pues ya ven, no hay otras prioridades en la economía gallega. Felicitémonos, en fin, por esa suerte que tenemos de ser un país sin políticas productivas pero sí subvencionado a cachiños.