10 agosto, 2024
Ya hemos reseñado aquí en alguna anterior ocasión la máxima que regía el quehacer de uno de los alcaldes que más y mejor han hecho por Compostela en el último siglo. Porque, señalaba, la responsabilidad de un cargo público es la de saber anticiparse a lo que va ocurrir y poner los medios adecuados que ese futuro demandará. Ya sea en obras, tendencias culturales, planificación urbanística o suelo industrial, por poner algunos ejemplos.
Una máxima que dicta el sentido común y con la que todos estaremos de acuerdo. Pero marchó el alcalde y, con él, esa capacidad de anticipación a los problemas y necesidades que la ciudad demanda. Y así, se constata a diario, la práctica más recurrente en la municipalidad es dejar que las cosas se vayan pudriendo de puro viejo para afrontarlas sólo cuando la situación se torna irreversible o la presión social no aguanta más en la olla donde se cuece la indignación vecinal.
No hay que ser demasiado diestros para saber que una obra nueva en un polígono industrial precisará en el futuro del adecuado mantenimiento de viales y alumbrado, de corrección de malezas y seguridad ciudadana, de canalizaciones de agua, vertidos y otros servicios, de optimizar salidas que hagan operativo el recinto sin la formación de kilométricas colas que disuadan a los posibles visitantes.
Pues bien, todas esas cosas y más son las que tanto el Gobierno local, con sus responsabilidades correspondientes, como la Xunta a través de Xestur, con las suyas, parece que olvidaron cuando se proyectó el Polígono de A Sionlla. Y son, ahora, problemas que con el polígono en franco desarrollo padecen propietarios y usuarios mientras Xunta y municipalidad se tiran los trastos de la responsabilidad de cada cual a la cabeza.
La polémica no es sino un trasunto de la habida a lo largo de años respeto del aparcamiento en el Hospital Clínico y sólo el caos circulatorio que allí se forma cada día fue capaz de movilizar a las dos administraciones para llegare a un principio de acuerdo. Ya veremos.
Los ejemplos se repiten y abundan más desde que el nacionalismo accedió a la responsabilidad del Concello, lo que lleva a pensar si no habrá una postura de deliberada demora en el tratamiento de los asuntos por parte de la Xunta. Sería lamentable. Pero el propio hecho de que el recién elegido presidente gallego no haya tenido la deferencia de entrevistarse en primer lugar con la alcaldesa de la capitalidad y sí hacerlo con las de las capitales de provincias, no es un buen indicador. Y si no empatía, al menos cabe pedirles protocolo.
Volviendo a Xunta y Concello, es de auténtica vergüenza esa repetida práctica de dejar las cosas a medio hacer, olvidando que es en la excelencia de lo terminado de acuerdo a proyecto donde brilla en su plenitud el sano ejercicio del poder político. ¿Seguirá la Sionlla como tierra de nadie cantando sus vergüenzas públicas a todo el que se digne visitar el referido polígono? ¿Meterán en el saco de esa voluntad expresada de arreglar los problemas del polígono el caos circulatorio que se produce a las horas de entrada y salida en los establecimientos? . A partir de septiembre, dicen unos y otros, lo sabremos, que agosto obnubila las ideas.