1 agosto, 2024
La Illa de Ons, y su islote Oncella, han estado presentes entre los habitantes de Galicia desde siempre. Es un paraje absolutamente fascinante, desde luego, plagado de lo que Pemón Bouzas englobaría como “mitos, ritos y leyendas”, entre los que no falta incluso algún submarino nazi hundido. Pero hay circunstancias que la han puesto en un lugar especialmente significativo en la mente de todos. Como que el mejor pulpo del Mundo se pesca allí, por ejemplo. En un verano de hace muchísimos años fui a ver a unos amigos que habían alquilado una casa en la isla. Entre ellos estaban Víctor Freixanes (entonces, indisolublemente acompañado de una gaita que tocaba puntualmente a las 8 de la tarde), Armando Guerra y Ramón Villares. No recuerdo el año con exactitud, pero pudo ser en el 78 o 79. Por supuesto, todos los citados, incluido yo mismo, nos habíamos leído entonces la Antoloxía popular de Heriberto Bens (de 1972), que contenía uno de los poemas más impactantes de la literatura gallega: la Proclama do novo agricultor: “Na profundidade/ das buracas sonoras/ das illas Sisargas, Ons/ e Oncella/ iremos berrar/ pra que o noso vigor/ resone no profundo/ do mundo e na raiz dos penedos/ do mundo/ e no corazón dos castiñeiros/ do mundo/ e na raiz do corazón dos homes, compañeiros/ do mundo./ Porque queremos decir máis de catro verdades/ relativas a nosa clás.” Un poema realmente muy hermoso, que acababa con unos versos harto significativos: “E pois está chegando a mañán tan esperada/ da unión do pobo galego,/ o canto de tódolos paxaros de Galicia/ suspendeuse un intre/ ó contemplar tanto futuro diante.” Para aclaración de los no iniciados, Heriberto Bens era el seudónimo habitual (además de Herminia Cons y Laín Feixóo) de Xosé Luis Méndez Ferrín.
Acaba de salir una novela espectacular (como siempre, dicho sea de paso) de uno de los escritores más importantes de la península, el invicto pontevedrés Manel Loureiro. Lo ha hecho en Planeta, como de costumbre, y se llama Cuando la tormenta pase. Con ella consiguió el Premio Fernando Lara 2024.
Toda la introducción viene a cuento de que esta obra está ambientada, precisamente, en Ons. El narrador sitúa ahí a su protagonista, Roberto Lobeira, un escritor que ha debutado con un best seller y se ha propuesto aislarse lo más posible para gestar su segunda obra, en lo que le parece un lugar tranquilo e idílico para que las ideas fluyan solas. Ha decidido ir en una época imposible, en pleno invierno, cuando las comunicaciones con tierra son harto difíciles y las condiciones de la vida cotidiana son limítrofes. Entre otras muchas cosas, la electricidad está racionada, las comunicaciones telefónicas no siempre funcionan, las tiendas están cerradas y los servicios sanitarios suspendidos. Nada que ver con la ebullición veraniega, con frecuencia excesiva. Eso sin contar con que las previsiones meteorológicas son nefastas, y que se espera una tormenta de proporciones épicas. Es más: el barco que lo ha llevado allí lo ha hecho en medio de un mar embravecido, y ha tenido que saltar al espigón como un verdadero acróbata. Y todo ello teniendo en cuenta una cosa: Roberto odia profundamente el mar.
Le han hablado de los habitantes. Y le han aclarado que, ante todo y sobre todo, no se meta en problemas. Le han advertido, además, que la población se divide en dos mitades irreconciliables, los Freire y los Docampo, que se odian a muerte y lo demuestran siempre que pueden (en el origen de ese odio hay, sí, un submarino alemán). Pues bien: todo esto, y mucho más, lo comprobará pocos minutos después de desembarcar. Un abusón de manual se las está haciendo pasar canutas a un chaval. Toma partido inmediatamente y pasa a defenderlo. Y se gana su primera enemistad… y su primera y decisiva amistad…
Conoce a su casera, Antía Freire, y no tardará mucho en llevarse una sorpresa macabra colocada con esmero a la puerta de su casa…
Manel es experto en dar giros de timón continuamente. Y aquí se ha lucido. Absolutamente nada es lo que parece. Esta es, desde luego, una de las novelas menos previsibles de que tengo noticia. Basta con que te imagines “esto seguro que va por aquí…” para que salga todo lo contrario…
Y pasa de todo. Que hay fundadas sospechas de que están actuando el mítico Tangaraño y el fatídico “aire de muerto” (¿será la meiga local, Elvira Couto, quizás?). Un fardo gigantesco que aparece en la orilla y que desata la codicia entre todos. Que surge el amor a lo Montesco y Capuleto. Que, en un momento dado, acaba desatándose una batalla campal. Que empiezan a aparecer cadáveres decapitados. Que una banda de narcos colombianos de alto standing viene a rescatar su fardo. Que el Faro también esconde sus desasosegantes misterios… Y más, mucho mucho más… E, insisto: nada es lo que parece… Genial… Otro triunfo más para el amigo Loureiro que, sin duda, arrasará de forma contundente…
Como también lo hará con otro tema del que ya hablaremos con él con calma. La adaptación visual de Apocalipsis Z… Será muy, pero que muy pronto…