27 julio, 2024
Instalado, en lo que hace a su presencia en este país, en el papel de bufón, de contador de chascarrillos como telonero que es de los mítines del PSOE, España adelante, la opinión pública hace tiempo que situó al ex presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en ese limbo de los personajes amortizados. Total, ya no podrá hacer más daño.
Una benevolencia que dista mucho de la meritocracia que para obtenerla hace el ex presidente, capaz de defender la candidatura de Susana Díaz frente a Pedro Sánchez para, de inmediato, convertirse en el más acérrimo defensor del ganador de aquella lid, hasta el punto de vender, mitin a mitin, excelencias del Gobierno socialista que no aguantan la mínima contraposición con las estadísticas del propio Gobierno
De él podría decirse lo que Azaña -personaje absolutamente admirado por el creador de la alianza de civilizaciones- dijo de Ortega a quien le tenía especial manía, “No tiene ideas, enhebra ocurrencias”. Algo que dicho de Ortega y por Azaña hay que situar en las calenturas de un mal día. En el caso de Zapatero, sin embargo, es la más acertada definición, que le hace cabalgar contradicciones y hasta negar afirmaciones vertidas ante los mismos testigos en anterior ocasión. Un magnífico ejemplo anda por las redes como resumen de una reveladora entrevista que Carlos Alsina hizo al susodicho personaje hace pocos meses.
Es arcano que precisará de una leve espera –tras las elecciones de hoy en Venezuela- para conocer los extraños vínculos que le unen con el Gobierno de Maduro, él que presume de que “Afortunadamente vivimos en una democracia donde es posible la discrepancia máxima, el respeto e incluso los afectos”, una postura que reivindica a cada momento pero que choca frontalmente con la absoluta falta de crítica respeto de su especial amigo Maduro que concurre a las elecciones de hoy con el comité de campaña de la oposición refugiado en una embajada, con la inhabilitación de la candidata que está en disposición de arrebatarle el Gobierno, prohibiendo la visita de un comité de observadores de la Unión Europea para constrolar las elecciones –lo que a Borrell le mereció una mera “lamentación”, demócrata él-, así como de otros paísescomo Estados Unidos y que hasta prometió un “baño de sangre”, si pierde. Pues a tal espécimen es al que Zapatero va a avalar en los comicios de hoy por designación del propio Maduro y como integrante del Grupo Puebla.
Asumiendo el compromiso que días antes había formalizado ante ciudadanos venezolanos huidos a España de la dictadura -formalidad adquirida públiamente en la emblemática sala de la Comisión Constitucional- eurodiputados, diputados y senadores del PP –Pons, Tellado, Cayetana Álvarez de Toledo, entre otros- acudieron a Venezuela con la intención de ser observadores de un posible pucherazo que, dado el estado de opinión de la ciudadanía, le va a resultar muy difícil a las huestes de Maduro. Fueron detenidos en el aeropuerto, interrogados y devueltos en el mismo avión. Eso sí, a escasos metros y en el mismo aeropuerto estaba el asesor personal de Maduro, José Luis Rodríguez Zapatero –que, como señalamos, viajaba para la ocasión como observador “chavista” de aval a Maduro- cobarde hasta para rechazar la solicitud de entrevista que le formulaban los parlamentarios españoles, en un ejemplo de absoluta inmoralidad, además de vileza. Vivir para ver.