15 julio, 2024
La llegada del verano trae consigo, cada vez en mayor medida y la mayor parte de las veces en ausencia de la debida regulación, la invasión de los más apetecibles lugares de ocio de villas y ciudades por la proliferación de caravanas, tantas veces entorpecedoras de los más bellos paisajes, en número y hábitos de sus propietarios que chocan con la normal convivencia vecinal. En la mayoría de los casos, la alteración de esta convivencia es daño se diría que consustancial a la época estival sin que las autoridades locales hubieran arbitrado las debidas ordenanzas que la ley les permite para conciliar la presencia de estos incómodos y circunstanciales vecinos. En Cangas do Morrazo el problema viene de viejo.
Hay, asimismo, en el común de la ciudadanía, un general desconocimiento de las normas que rigen para este tipo de vehículos, según sean vehículos tipo Camper, caravanas o autocaravanas, las tres modalidades más en uso, más allá de la imaginación que cada propietario quiera hacer de los vehículos de su propiedad para habilitarlos también como espacios para vivir y dormir.
Por eso hay que señalar que, a falta de ordenanza municipal específica que regule su estacionamiento, tanto las Camper como las autocaravanas se asimilan a furgonetas y se rigen por la general ley de tráfico que rige para otros vehículos de cuatro ruedas.
No sucede así con las caravanas, las que van arrastradas por un vehículo a motor, con más restricciones. En todo caso, ni en uno ni otro caso está permitido el estacionamiento salvaje a pie de playa o montaña, allí donde está prohibido también para el resto de vehículos a motor.
Asimismo, la tolerancia municipal a la hora de dejar estacionar estos vehículos para pernoctar no permite el despliegue de mesas y demás utensilios como toldos, cocinas o cualquier otro que se asimile con vehículos acampados y los consiguientes vertidos, con multas que pueden alcanzar los 5.000 euros. De igual modo, también está prohibido el uso de calzos o similares para anclar las caravanas al suelo.
En todo caso, como parece fenómeno en franco crecimiento –se estiman en España la existencia de cerca de 400.000 vehículos de este tipo además de los de procedencia extranjera- ayudaría a la convivencia, a la regulación del tráfico y hasta al disfrute del paisaje por parte de todos que los ayuntamientos, especialmente los costeros, se doten de las convenientes ordenanzas que fijen con más exactitud derechos y obligaciones antes de que, como ocurre en Cangas, sean los vecinos del lugar los que sufran las consecuencias de actitudes incívicas. Porque, bien ordenado, hay sitio para todos.