9 julio, 2024
En la más que frenética -y prolongada en el tiempo- actividad política del socialista noiés José Manuel Lage Tuñas cabe apuntar dos verdades incontrovertibles: Su capacidad de resiliencia (en la primera de sus acepciones de la RAE “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado de situación adversos”), de reponerse de las situaciones más difíciles de las muchas que en su trayectoria le han salido al paso, y, por otra parte, la fehaciente constatación de que con él viaja la intriga, los pactos desde la sombra de la madrugada, la política del cambalache, casi siempre ajena a los verdaderos intereses de la militancia.
Con tales cualidades como guía de actuación, es lógico que su presencia en puestos destacados de la política se alternen con otros de caída en desgracia entre los suyos en un claro ejemplo de lo que ocurre con toda práctica maniobrera. No importa. Si a la mano viene, se busca uno la vida como asesor áulico de un presidente de Diputación ¡del Partido Popular!, que los cuartos no entienden de ideología y de algo hay que comer. Aunque sea para decir al popular como vencer a los propios conmilitones.
Así, lo mismo aparece como secretario de los socialistas de su Noia natal, usurpando no solo el cargo al alcalde de su misma formación, sino actuando, desde su puesto de segundo en el Gobierno local, como un alcalde de facto por encima de aquel al que eligieron los ciudadanos con sus votos. Por cierto que con decisiones tan volubles como una hoja volandera en otoño, capaz de negar lo que unos pocos días antes había prometido.
Tampoco es novedad que en su trayectoria se cuenten apoyos y reprobaciones, según convenga al momento, de las mismas personas que tanto ayuda a subir a la cumbre como a defenestrar. Todo vale en política.
En esa carrera de saltimbanqui (volvemos a la RAE “persona que realiza saltos y ejercicios acrobáticos”) Lage abandonó su asesoría en la Diputación ourensana para aparecer en las listas municipales del socialismo a la alcaldía de A Coruña con Inés Rey, para ocupar de inmediato importantes puestos dentro del organigrama de Gobierno local.
Y en esa placidez se encontraba –luego de, en lo partidista, haber imposibilitado el intento de Gonzalo Caballero de figurar, como inicialmente quería Ferraz, en la lista para el Parlamento Europeo- cuando unas obras en un piso de su propiedad en la capital herculina fueron denunciadas por la oposición. Primero el BNG y después el PP entienden, en base a informes de la Policía Local, que en ese piso se realizaron obras sin la preceptiva licencia municipal. Lo que en un concejal responsable de urbanismo no es precisamente el mejor de los ejemplos. Él lo niega, claro. Pero en el último pleno municipal PP y BNG se aliaron para exigir su cese como portavoz de los socialistas reservándose nuevas acciones que, en lo que hace al BNG, produce seria inquietud en el grupo de gobierno sustentado con los votos nacionalistas.
En la última de las remodelaciones la alcaldesa retiró atribuciones al cuestionado concejal, sin duda movida por la propia denuncia y aún por los fuertes batacazos cosechados por el tándem Fomoso-Lage en todas las elecciones de su ciclo, hasta situarse en mínimos históricos que suponen graves pérdidas de ingresos para el partido (se apunta a que perderán más de 440.000 euros solo de la aportación del Parlamento frente a una campaña electoral de Besteiro que algún diario fija en un costo de dos millones de euros).
¿Hará el BNG tambalear el Gobierno local de A Coruña pese al respeto mutuo y política de no agresión que, dicen se pactó en el acuerdo post-autonómicas? ¿Tendrá que volver Lage Tuñas a revivir los para él tan conocidos, por repetidos, momentos de ostracismo?