30 junio, 2024
Noticias de la oficialidad autonómica dan cuenta de la reunión mantenida por la conselleira de Economía e Industria, María Jesús Lorenzana, y una representación de la Asociación de Empresarios del Polígono del Tambre en cuanto que impulsores del Biopolo Sionlla-Polo Biotecnológico de Galicia. El Biopolo es una iniciativa privada empresarial –frente a la atonía de instituciones gallegas y locales a la hora de potenciar el desarrollo industrial en la capital de Galicia- surgida al analizar las potencialidades que la ampliación del polígono compostelano de A Sionlla representaba para la ubicación de las empresas biotecnológicas en una suerte de clúster que permitiera la interacción y generación de sinergias de todos los agentes del ecosistema biotecnológico que allí pudieran instalarse.
En la ilusionada puesta en marcha de ese proyecto, surgido en 2017, llevan los empresarios del Tambre dedicando esfuerzos, llamando a puertas, convenciendo iniciativas con el propósito de que el Biopolo se convierta en una pujante realidad. Lo hacen porque están convencidos de la viabilidad de la propuesta, habida cuenta de la realidad universitaria compostelana, que se sitúa en los más avanzados puestos entre los líderes de la biotecnología en el concierto nacional como demuestran las numerosas spin-off surgidas de los centros singulares de investigación creados al amparo de la USC. Y también por la favorable ubicación centralista de la ciudad y aún de su proximidad a las principales vías de comunicación de la Comunidad, además de la generación de puestos laborales cualificados.
Pues bien, la reunión anunciada por la propia Xunta es una más de esas puertas a que los promotores del Biopolo siguen llamando desde 2017 y que, si se analizan en rigor, poco más aportan que el permitir, como el chocolate del loro, poner los anagramas de las más variadas instituciones políticas y económicas a pie de página de cualquier documento pero sin que hasta el momento, que sepamos, se traduzca en un verdadero compromiso de apoyo inversor y facilitador de la implantación de empresas que afiancen el despegue definitivo. Empezando por suavizar el laberinto burocrático municipal y xunteiro.
Y es que de la misma nota de prensa –que más pareciera autopromoción institucional DE UNA NUEVA Oficina Económica a la sombra del IGAPE que una verdadera reunión de trabajo- los promotores salieron de la misma con una repetida soflama de buenas intenciones del orden de “con los que abordó la puesta en marcha de nuevas acciones para incrementar la competitividad del sector a través de la iniciativa público-privada”, un sector “por el que el Gobierno gallego lleva apostando desde hace años” y porque el Biopolo “es un ejemplo de colaboración entre administración y empresa fundamental para atraer talento, fomentar la innovación y mejorar la competitividad de nuestro tejido empresarial”, habitual latiguillo inconcreto que lo mismo vale para el biopolo que para una fábrica de conservas.
Uno de los grandes y anquilosados males de nuestra autonomía está en la falta de definición de un proyecto industrial que apueste por adecuar la realidad empresarial a la eficiencia y exigencias del territorio y sus sinergias coadyuvantes, que es el principal pecado capital que representa Altri por lo inadecuado del territorio donde se quiere implantar. Y para una vez que la iniciativa privada propone un proyecto definido, viable, posible motor de otras realidades –transferencia de conocimiento de la investigación pura a las empresas- que se dan en su entorno, las autoridades se despachan con abordar “la puesta en marcha de nuevas acciones…”. Para cuando el motor institucional haya superado el punto muerto de esa puesta en marcha, el proyecto podría haber fenecido ya ahíto de bendiciones institucionales cual reiterados brindis al sol.
Un conocido empresario compostelano y fallecido recordaba que en los negocios era conveniente aplicar la teoría del peixe sobre muelle. ¿Cuándo se dará cuenta la Xunta de que no hay otro camino posible más que el que sea la efectividad de los hechos el que se anticipe a la insustancial liturgia de las palabras?