19 junio, 2024
Continuamos con el mejor análisis del Viejo Continente en clave gallega, en un mes en el que disfrutamos de la Eurocopa a la par que buscamos reivindicar la dimensión internacional de Galicia con los diferentes países que se enfrentan para levantar el trofeo en Alemania.
De hecho no nos vamos muy lejos del país germano, ya que hoy es el turno de su vecina: Polonia, la nación del Soplica y el pierogi y que llega a este torneo, como de costumbre, liderada por el killer Robert Lewandoski.
Son más de 4.000 kilómetros los que separan las capitales Galicia de Polonia, pero, a pesar de eso, existe más de un vínculo de todo tipo entre los dos territorios, desde cultural hasta deportivo.
Ya al grano, ahí van algunos lazos entre polacos y gallegos.
SÍ, EL CAMINO
La fama del Camino trasciende casi cualquier frontera y Polonia no es una excepción. No solo eso, sino que la ruta Xacobea cuenta con una tradición bien profunda en el país del Este. Para empezar podemos encontrar el Camino Polaco (Droga Polska), cuyo recorrido lleva desde la localidad de Ogrodniki (junto a la frontera entre Polonia y Lituania), pasando por Olsztyn, Toruń, Gniezno, Poznań hasta la frontera germano-polaca en Słubice. Esta iniciativa a la que se fueron sumando diferentes grupos y asociaciones allá por 2005 permitió el gran desarrollo de este Camino de Santiago en Polonia.
En esta línea, actualmente, los peregrinos polacos pueden elegir entre tres alternativas, parcialmente señalizadas como vías xacobeas: el Camino de Dolny Slask, que atraviesa la Baja Silesia; el Camino de Wielkopolska, que comienza en Gniezno, pasa por la República Checa y el santuario mariano de Einsiedeln en Suiza; y la Via Regia, también conocida como Camino Alto o Camino Real en algunas zonas, que pasa por la localidad de Brzeg y llega hasta Zgorzelec.
La creciente popularidad del Camino la evidencian los datos de la Oficina del Peregrino: 5.526 polacos llegaron a Santiago el pasado 2023.
Sin ir más lejos, el pasado 2019 la Xunta señalizó el Camino de Santiago en Polonia con la instalación de un mojón a 4.184 kilómetros de Santiago de Compostela frente a la llamada ventana del Papa Juan Pablo II en el Palacio Obispal de Cracovia.
ES GALITZIA, NO GALICIA
Si Polonia y Galicia tienen relación es porque, de hecho, Galicia está en Polonia, o casi.
Galitzia (en polaco, Galicja), es una región ubicada en Polonia y Ucrania. En Polonia, abarca los voivodatos de Maloposka y Podkarpacie, mientras que en Ucrania incluye Ternopil. Habitada por polacos, ucranianos y judíos, la región sufrió una división cultural-religiosa explotada por Austria para provocar conflictos internos y prevenir rebeliones.
Se sabe que el nombre Galitzia tiene raíces románicas, si bien no hay constancia de que dicho origen tenga vinculación con nuestra Galicia, y se popularizó cuando la propia Polonia estaba dividida entre Rusia, Austria y Prusia. El término completo, Reino de Galitzia y Lodomeria, proviene de los nombres latinizados de Halicz (Halych) y Wolyn (Volinia).
Esta dejó de existir oficialmente en 1918, cuando el país polaco recuperó su independencia tras 123 años, manteniéndose aún en la actualidad muy vivo el legado en la región a través de diferentes elementos.
Sea como fuere, toda una prima lejana de nuestra comunidad sin duda.
LA PRIMERA CORRESPONSAL DE GUERRA DE LA HISTORIA
Precisamente de la conexión entre Galicia y Polonia nace la historia de Sofía Casanova, quien acabaría convirtiéndose en la primera mujer en informar a los españoles sobre importantes acontecimientos internacionales.
Nacida en A Coruña en 1861, su familia se trasladó a Madrid y allí comenzó a relacionarse con algunos de los círculos literarios más selectos del país. También allí conoció al que sería su marido, el filósofo y diplomático polaco Wincenty Lutosławski, con quien tuvo cuatro hijas y se trasladó a Drozdowo, un pueblo al norte del país.
Desde allí comenzó a publicar diversos artículos sobre la vida en Polonia y Rusia, viajando a la vez por todo el mundo debido a la carrera diplomática de su marido.
Tras separarse de este, se instaló en Madrid y continuó su carrera periodística con trabajos para una media decena de medios.
Durante la Primera Guerra Mundial, se convirtió en enfermera de la Cruz Roja en Varsovia y fue nombrada como corresponsal de guerra en Europa Oriental por el diario ABC, para más tarde trasladarse con sus hijas a San Petesburgo, desde donde informó sobre la caída de la Rusia zarista y la Revolución de Octubre.
Vivió también de cerca el estallido de la Segunda Guerra Mundial y huyó de una Polonia cuya invasión nazi fue denunciada por la periodista, así como las diferentes atrocidades cometidas por el Reich.
Finalmente fallecería en 1958 en la propia Polonia, dejando tras de sí millares de crónicas y artículos periodísticos además de diversos trabajos en el mundo de la novela, la poesía y el teatro.
También acercó la cultura polaca al público de nuestro país al traducir al castellano a algunos de sus autores más icónicos como Henryk Sienkiewicz (Quo vadis? y Bartek el vencedor) o Zofja Kowalewska (Una nihilista).
DOS VISITAS HISTÓRICAS
Quizás roce lo anecdótico para algunos, pero lo cierto es que una de las figuras polacas más influyentes de toda la historia protagonizó, valga la redundancia, uno de los momentos más recordados de la historia de Galicia y de su capital.
Por supuesto hablamos de Juan Pablo II, Karol J. Wojtyla, que se convirtió en el primer papa en llegar a la capital compostelana como peregrino. Sus dos estancias en 1982 y 1989 fueron todo un acontecimiento para la ciudad por su repercusión y permitieron poner de nuevo el foco en el carácter internacional de Santiago y de la peregrinación xacobea, la cual el pontífice reivindicó y popularizó poderosamente en sendas visitas.
“Yo, desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: vuelve a encontrarte. Sé tu misma», proclamó Juan Pablo II en un Obradoiro hasta los topes para presenciar un discurso histórico allá por 1982.
El polaco regresaría siete años más tarde para presidir la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebró en el compostelano Monte do Gozo, pasando a ser recordado como el más importante peregrino de toda la historia.
UN POCO DE FÚTBOL
El fútbol polaco y gallego no comparten una relación tan profunda como sucede con otras naciones, pero no por eso no existe más de una conexión y un pasado conjunto entre ambas.
La propia selección nacional de Polonia se concentró en Galicia en el año 1982 con motivo del tan recordado Mundial de España. El conjunto polaco se preparó para la gran cita mundialista en la localidad de Santa Cruz, en el municipio coruñés de Oleiros, y además disputó en tierras gallegas la primera fase del torneo.
Firmó dos empates sin goles frente a Italia y Camerún para golear a Perú por 5-1 en Riazor y finalizar líder de grupo. La propia Italia los apartó del sueño de la gran final al derrotarles en semis 2-0, pero pudieron llevarse el tercer puesto de aquella cita mundialista, su mejor actuación en el torneo junto con otro bronce en Alemania 74.
La representación polaca en los clubes de la comunidad no ha sido especialmente nutrida y su éxito… dejémoslo en cuestionable. En clave coruñesa, el primer polaco en debutar en la historia del club fue noticia hace no tantos años, en 2013; Cezary Wilk, central que ascendió a primera con el conjunto blanquiazul en la 2013-14. Buena temporada de debut para el de Varsovia que se desinfló en la máxima categoría y tuvo poca participación en la 2014-15 para marcharse ese mismo año.
Los deportivistas disfrutaron primero a Wilk, pero más tarde sufrieron y de qué manera a Przemysław Tytoń. Nombre impronunciable y toda una calamidad bajo palos a partes iguales, se comenta que era incapaz de parar ni los taxis de A Coruña. Bromas aparte, el Deportivo al final tuvo que pagarle para que se fuera ante la falta de interés de los equipos y la suya propia por salir. Le rescindieron el contrato en 2018. Terrible bagaje de 23 goles encajados en 13 partidos a su marcha, aunque es justo decir que el equipo nunca acompañó. Ahí está el descenso para corroborarlo.
En Vigo la conexión polaca llega de la mano de un cóctel de lo más exótico: Roger Guerreiro. Lateral brasileño nacionalizado polaco, llegó a la ciudad olívica en el mercado de invierno de la 2004-05. Jugador de proyección ofensiva y buena velocidad, el bueno de Roger se fue de Balaidos igual de rápido.
Regresó a Brasil tras trece partidos en tierras gallegas, pero más tarde tendría un gran paso por el Legia de Varsovia. Ganó títulos, se nacionalizó (acto con el mismísimo ex presidente Lech Kaczyński incluido) y llegó a ser un internacional consolidado del combinado nacional polaco. Precisamente su actuación en la Eurocopa 2008 sorprendió a más de uno, igual que cuando nos enteramos el pasado 2017 que el jugador trabajaba como conductor de Uber en su Brasil natal. Un aficionado lo reconoció y no dudó en capturar el instante para las redes sociales.