16 junio, 2024
Al igual que el resto del continente, Irlanda vivió el pasado domingo sus elecciones al Parlamento europeo, aunque en el caso de la ciudad de Limerick, la tercera más grande del país, la cita con las urnas contó con una trascendencia mucho más especial aún.
Y es que la pasada semana la ciudad también tuvo el honor de elegir al primer alcalde ejecutivo en toda la historia del país, una figura novedosa en la política irlandesa y cuya instauración responde a la necesidad de abordar con mayor eficiencia algunos de los grandes problemas que enfrenta la propia nación, al igual que la ciudad, con la crisis de vivienda como uno de estos grandes frentes.
John Moran, independiente y exsecretario general del Departamento de Finanzas de Irlanda, se convirtió de esta forma en la primera figura de este tipo en la historia de Irlanda, abriendo un nuevo período que muchos mirarán ahora de cerca por la revolución que tiene en la estructura, las relaciones y la política nacional y local.
Hasta el momento, los concejales electos en Irlanda elegían entre ellos quién asumiría el cargo de alcalde, con un mandato que solo duraba un año. Ahora, el nuevo alcalde ejecutivo será elegido directamente por los votantes por cinco años, contando además con importantes funciones ejecutivas.
«Los alcaldes ejecutivos elegidos directamente, con cierto poder sobre las políticas y los presupuestos y un perfil público sustancial nunca han desempeñado un papel en Irlanda a pesar de ser un cargo estándar, por ejemplo, en las ciudades estadounidenses. Si bien las ciudades de la república ya cuentan con cargos de alcaldes (muchos de ellos datan de la Edad Media), estos han sido tradicionalmente simbólicos y con poco poder. Más asociados con esa pompa arcaica que con la toma de decisiones real, hasta la fecha han sido nombrados en lugar de elegidos», señaló a este respecto Bloomberg, así como que el asunto de la vivienda, una problemática recurrente en diferentes núcleos europeos como podría ser Santiago, se antoja como una prioridad absoluta para el nuevo ejecutivo.
PODERES NUNCA VISTOS
Esta reestructuración radical es seguida ahora de cerca en todo el país, y es que el flamante alcalde de Limerick contará con una serie de poderes y atribuciones nunca antes vistos en la política local en Irlanda. Buena prueba de ello es que este tendrá la capacidad de acelerar los permisos de construcción y asignar directamente fondos para proyectos de vivienda, así como importantes capacidades en materia de transportes y medio ambiente.
El regidor contará además con un presupuesto de 40 millones de euros del Gobierno central y conexión directa con el Ministerio de Vivienda en Dublín, algo que debería ayudar a llevar los desafíos de Limerick al escenario nacional.
La importancia de este nuevo puesto también viene definida por el salario que percibirá el propio John Moran como primer alcalde ejecutivo de la historia: unos 154.000 euros anuales, una cantidad sustancial teniendo en cuenta que Simon Harris, el primer ministro irlandés, recibe poco menos de 209.000 euros.
Según señaló Bloomberg, este nuevo cargo fusiona los deberes ceremoniales del antiguo alcalde con los poderes del cargo que anteriormente tenía mayor influencia sobre la política de la ciudad: el ex director ejecutivo del consejo de Limerick. «Pero si bien el ahora abolido cargo de director ejecutivo era un funcionario designado que se encargaba de tareas administrativas, y generalmente desconocidas para el público, el alcalde no sólo gestionará las operaciones diarias sino que también elaborará políticas y dirigirá proyectos importantes. Este cambio de un rol detrás de escena a un líder electo y práctico le da al nuevo alcalde la influencia para cambiar las cosas», señalan.
LIMERICK Y LA VIVIENDA
Atravesada por el río Shannon y a unos 200 kilómetros al suroeste de Dublín, Limerick cuenta con más de 200.000 habitantes que han apostado por la creación de una alcaldía que pueda solucionar desde el ámbito local algunos de los problemas estructurales que vive la región y que en buena medida son trasladados por el conjunto del país.
El inmobiliario es uno de los mayores. Irlanda cuenta con los costos de vivienda más altos de toda la Unión Europea, con un 112% por encima del promedio europeo en el pasado 2022. Esta crisis inmobiliaria ha llevado a sus ciudades y pueblos a experimentar una combinación letal: baja disponibilidad y altos precios. Así, la propia falta de vivienda ha alcanzado un nuevo máximo con datos que señalan que el 41% de los adultos irlandeses de entre 18 y 34 años todavía viven con sus padres.
Incluso este pasado mayo, un informe de una comisión nombrada por el gobierno reveló la magnitud real del problema al afirmar que el estado irlandés necesitaría alrededor de 250.000 viviendas más para abordar sus problemas de disponibilidad. Esto, teniendo en cuenta que hablamos de un país de cinco millones de habitantes, evidencia que el asunto no es poca cosa.
Si bien esta situación en Limerick no es tan grave como en Dublín, la construcción de nuevas viviendas no satisface en absoluto la creciente demanda y los precios de las propiedades continúan disparándose.
De hecho, a nivel nacional el asunto es tan importante que en la confirmación en abril del nuevo primer ministro, Simon Harris, un legislador de la oposición la definió como “ la cuestión de los derechos civiles de esta generación”. Por lo pronto, la administración ha introducido una serie de planes, incluido uno que vincula el alquiler con el coste de construcción de viviendas en lugar de las ganancias de los promotores, pero nada ha funcionado realmente hasta el momento.
UN CARGO INÉDITO Y MUCHAS VOCES A FAVOR Y EN CONTRA
Los ciudadanos y la opinión pública aguardan con expectativa la capacidad de esta reestructuración para abordar las problemáticas del país desde una perspectiva local.
“La evidencia tiende a ser que marcan una diferencia crítica en la calidad de vida”, señaló a Bloomberg Deiric Ó Broin, profesor de políticas públicas en la Universidad de la Ciudad de Dublín, quien destaca que los alcaldes ejecutivos «contribuyen a un mejor liderazgo de la ciudad al hacer que sus líderes sean más transparentes y atrayendo a diferentes tipos de líderes cívicos al puesto».
Por otro lado, tal y como apunta el profesor Ó Broin, la relación entre Dublín y los factores locales no ha contribuido precisamente a mejorar las cosas. En Irlanda, sus consejos son grandes en términos del número de personas que representan, pero débiles en el sentido de que las decisiones financieras más importantes se toman a nivel nacional. De hecho, esta aparece como uno de los países más centralizados de la OCDE.
«Otro gran problema sobre Irlanda y particularmente la Irlanda urbana: la relación entre el ciudadano y el concejal es mucho más limitada que en la Irlanda rural, e incluso más limitada que la mayoría de los países europeos», señaló el propio Ó Broin.
Por otro lado, podríamos recoger algunas voces contrarias a esta reforma de la alcaldía. Según algunos, el nuevo alcalde de Limerick carecerá de la responsabilidad de un consejo en pleno y contará con un cargo con poderes mal definidos. Los críticos también expresan preocupación por la posibilidad de una mayor polarización política y los riesgos asociados con tener un alcalde cuyas propuestas y visión podrían no reflejar un consenso más amplio.
En esta línea, incluso si la figura de nuevo alcalde ejecutivo resultase un éxito, también sería igual de complicado trasladar el modelo a nivel nacional: «Tradicionalmente, los puestos ejecutivos han tenido menos éxito en áreas urbanas más pequeñas. El Reino Unido, que creó su primer puesto de alcalde ejecutivo en 2000, ha tenido cierto éxito con el modelo en Londres y Manchester, pero acabó desechando el puesto y volviendo a un modelo de consejo en Hartlepool, una ciudad de poco menos de 100.000 habitantes», señaló el portal.
Sea como fuere, Irlanda mira ahora atentamente al experimento de una Limerick que podría haber puesto la primera piedra hacia un nuevo paradigma político para el país.
“La forma en que hacemos política en Irlanda es bastante peculiar. No está mal, pero es muy particular para nosotros. Podemos hacer las cosas mucho mejor”, zanjó el profesor Deiric Ó Broin.
Fue en 2019 cuando se celebraron plebiscitos en Limerick, Cork y Waterford para decidir si estas áreas deberían reformar la forma en que eligían a sus alcaldes. Limerick votó a favor de la propuesta por una pequeña mayoría del 52,4%, mientras que Cork y Waterford la rechazaron por poco, apenas por mil votos cada uno. Finalmente, la legislación para crear esta nueva función fue firmada por el presidente a principios de marzo de 2024, tras lo que tuvieron lugar las mencionadas e históricas elecciones.