13 junio, 2024
Dadas las suspicacias que puede generar el titular, el cronista quiere comenzar con una expresa declaración de intenciones. Su profunda admiración y respeto por el cuerpo de la Guardia Civil, sin duda el que a lo largo de toda su existencia más ha contribuido al orden, a la justicia y a las atenciones sociales en el país, especialmente en las situaciones de mayor riesgo. Dicho queda.
El titular quiere llamar la atención de la opinión pública por las reiteradas denuncias que los agentes del Cuerpo hacen de la situación de absoluta precariedad técnica y humana en que tienen que desarrollar su trabajo. Por citar los ejemplos más recientes aparecidos en prensa en los últimos días, ya sea con unas motos para los agentes de Tráfico que se caen a pedazos por el óxido acumulado o la absoluta indefensión que tienen respeto de los narcotraficantes que operan en el sur de España, como se evidenció el trágico día de la muerte de dos agentes, con hasta cinco lanchas de la Benemérita inoperativas por falta de mantenimiento. Deplorable situación de la que el mando, hasta su última responsabilidad ministerial, es conocedor por los escritos internos que se le hacen llegar y hasta por las denuncias públicas de Fiscalía y jueces que entienden en los casos de narcotráfico en la zona del Estrecho.
Pero la crónica quiere detenerse en un hecho que deja a las claras cómo esa indefensión va acompañada del pitorreo a que los agentes se ven sometidos por los propios delincuentes. Se trata de balizas adquiridas en las nada fiables compañías chinas marca TKSTAR, compradas en Aliexpress y Amazón y de tan fácil pirateo y manipulación que los narcos se dedicaron a rellenar los parámetros editables de “información” con “estás perdiendo el tiempo”, “nada que rascar nos vemos pronto” y hasta insultos como “zebii” o “fifi” –expresiones árabes para decir “polla” o “maricón”- dejados como mensaje de recochineo a sus perseguidores a quienes piratearon los instrumentos. Esos que cualquier aficionado puede comprar en las más que sospechosas firmas del todo a cien como Temu o el citado Aliexpress y que más casarían en una película de Torrente o en la TIA de Mortadelo y Filemón antes que en el acreditado cuerpo de la Benemérita.
A lo largo de la recuperada democracia seguramente no hay un ministro que haya sido reprobado más veces por las Cortes y por las más diversas y justificadas causas que el actual titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, siempre tan distante, tan falto de empatía con sus subordinados y tan tolerante con los que en su día protagonizaron la lucha armada que dudas hay de si en su ánimo anida un mínimo sentimiento de responsabilidad. Es más, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha defendido la gestión de su departamento y ha descartado dimitir después de que varias asociaciones de guardias civiles, entre ellas la AUGC, la AEGC y JUCIL, y algunas formaciones políticas como el PP y Podemos lo hayan reclamado.
Y como no hay dos sin tres ¿es cierto, como denuncian los propios agentes por la paralizada reposición de efectivos, que el Ministerio quiere cargarse la Guardia Civil? ¿Por qué el ministro trata de minimizar el escándalo con recochineo de las balizas?