10 junio, 2024
En los tiempos que corren se habla mucho de política. Se habla, se escribe, se mitinea, se predica, por la derecha y por la izquierda, se organizan tertulias, a diario, pero hablar, lo que es hablar de política auténtica, de la buena, de cantarle las verdades al contrario, siempre con corrección y fundamento, sin salirse del sendero, esto no ocurre con frecuencia. Hay quien sostiene y aconseja que no debe hablarse tanto de política, pero esto tiene trampa porque, a poco que sondees la profundidad del consejo ofrecido por estos asesores gratuitos, descubres que lo que quieren es que se hable poco de política, cuando es desfavorable para el partido de sus sueños. O sea, la actitud de los tibios.
Un lenguaje y una actitud que fueron ya condenados en los textos bíblicos, como recoge el Apocalipsis 3:15-17 “a los tibios los vomitaré de mi boca”. Y es que, en realidad, el tibio no dice ni desdice, ni construye, ni destruye. Es un acomodado de la vida. No se moja. Su profesión es callar. Prefiere que no le pinchen, para no verse en la obligación de saltar.
Entonces nos encontramos con que el consejo no tiene fácil venta. Mi querido amigo, hablar y escribir, se puede y se debe hacer por todos y de todo. Primero porque es un derecho que hasta los tibios reconocen y segundo porque se debe dar tributo a la palabra que nos vino de Dios y que es un medio para entenderse entre los hombres.
Lo que tenemos que hacer es no hablar en vano, cayendo en verborreas indigestas. “El que mucho habla, mucha yerra” y “en boca cerrada no entran moscas”, dicen los refranes aplicados a los charlatanes de turno. La política de trapicheo, que es la que se está imponiendo en estos tiempos, lo que quiere es prensa callada para que no se aireen las estrategias secretas, a veces, inconfesables. De este modo, hablan ellos solos, inventan bulos que no existen y reparten fangos, donde no hay charcos.
Si tú te callas, ellos hablarán por ti. Nuestro pueblo es incansable tragando sapos, en forma de encuestas manipuladas y difundidas por el CIS politizado, pagado con el dinero de todos. No se habla de economía ni de bienestar social. Desde las alturas políticas, se lucha para mantener el poder por el poder, se ningunea descaradamente a la oposición y, si critica, se la acusa de crispar. Por todo ello es de justicia que la prensa y demás medios de comunicación, informando, levanten las alfombras y se vea lo que hay debajo. ¿Qué les molesta a los políticos? Les va en el salario. Y, si no, a tomar clases de resiliencia que, para eso, inventaron el “palabro” los que lo inventaron y se escribió un libro titulado Manual de resistencia.