2 junio, 2024
En la madrugada del domingo, se bajó el telón tras tres días de música en directo que llenaron un Monte do Gozo abarrotado, transformado en una fiesta intergeneracional. Un cartel atemporal y ecléctico reunió el pop electrónico británico de los ochenta de Pet Shop Boys con el reguetón puertorriqueño de Myke Towers, quien tuvo su primer éxito treinta años después de «West End Girls».
El festival culminó con dos estrellas de larga trayectoria. Melendi fue el primero en destacar. Aunque tuvo que competir con la final de la Copa de Europa, lo asumió con gracia: «Buenas noches. Es un placer para nosotros estar aquí hoy. Supongo que muchos del Madrid estarán pendientes de la radio. Yo solo estaré pendiente de ustedes. Gracias por compartir estos 20 años». Al estilo de Miguel Ríos con su Rock&Ríos, el ovetense interpretó canciones que son parte del patrimonio común: desde aquella «Luna Llena» que acompañó la Vuelta Ciclista a España 2004, cada canción fue un éxito.
Su concierto estuvo marcado por una sonrisa constante y una conexión total con el público: muy buen ambiente y mucha energía. Con su dedo índice apuntando al cielo, dijo ‘Arriba’ y una multitud de manos se levantaron para acompañarle en cada tema. Vestido con vaqueros y camiseta negra, y deportivas blancas y azules, Melendi mostró al inicio un escudo del Dépor. La tercera canción en sonar, después de «El parto» y «Piratas del bar Caribe», fue «la canción con la que empezó todo», «Con la luna llena»; luego «Loco», «Tocado y hundido», «Sin noticias de Holanda», y todos sus éxitos como «Caminando por la vida», «Un violinista en tu tejado», «Barbie de extrarradio», hasta «Cenizas en la eternidad» con todos los móviles encendidos sustituyendo los antiguos mecheros.
No hubo tregua para unas gargantas ansiosas de cantar con Melendi sus temas favoritos: «El Nano», «Sé lo que hicisteis», hasta cerrar con «Lágrimas desordenadas». «Sean muy felices, no discutan con imbéciles, disfruten de la vida», fue su consejo. Y en contribuir a ello, 90 minutos de un directo potente y sin artificios.
Sin interrupción, y con el Madrid campeón de Europa (anunciado por el propio Melendi al felicitar a todos los madridistas, «yo no lo voy a celebrar»), llegó el turno de Thirty Seconds to Mars. La banda californiana liderada por Jared Leto aterrizó en Santiago tras una exitosa actuación en Madrid. Con menos agobio de público en el área más cercana al escenario que con el de Melendi, las pantallas mostraron una cuenta regresiva desde 100 que se detuvo en 30/Thirty, y comenzó a sonar «Up in the Air», seguida de «Kings and Queens», «Walk on Water» y «Rescue». Jared Leto, en un despliegue continuo de energía, conquistó al público con un espectáculo que incluyó lanzamiento de globos, múltiples invitaciones a corear y bailar, e incluso dos invitaciones para que el público subiera al escenario a bailar con él. Fueron destacados protagonistas, pero no los únicos de la tercera jornada de O Son do Camiño.
Ana Mena, de Málaga, demostró su capacidad de convocatoria entre los más jóvenes. Baiuca dejó su marca personal ante su público, fusionando música tradicional gallega con electrónica, en una foliada del siglo XXI que hizo vibrar al público que ya se concentraba en gran número en el Monte do Gozo a las 18 horas. Por su parte, el británico Tom Odell ofreció una actuación con momentos más íntimos y de plena comunión con el público, como cuando en las pantallas se vio el mensaje de una chica, «I have Another Love tattoo», y el intérprete se subió al piano para celebrarlo. Cerró con ese tema, en un final vibrante que enloqueció al público con una canción que se ha hecho viral. O Son do Camiño bajó el telón tras tres días de fiesta continua para todos, en una edición en la que el nordés (fresco por la tarde, frío por la noche) dificultó que el sonido llegara con toda su potencia a todo el recinto.