27 mayo, 2024
Estamos tan acostumbrados a que desde el ámbito estatal se fomenten todo tipo de enfrentamientos, que hasta resulta normal acusar a los hombres de las desgracias femeninas, y, enfatizar noticias, desgraciadamente ciertas, relacionadas con mujeres asesinadas a manos de sus parejas masculinas. Violadas, maltratadas y agredidas de todas las formas posibles. Sim embargo, pasamos por alto que los desequilibrios mentales, la maldad, el sadismo, la crueldad, no tienen género y muchos hombres sufren abusos similares, a manos de parejas femeninas.
Obviamente una mujer no va a atacar a un hombre con arma blanca, escopeta y mucho menos a tortazos, u otros actos violentos, aunque hay muchas maneras de destruir psicológicamente a una persona y otras más sutiles de eliminarla físicamente, pero en esto no nos vamos a meter a falta de pruebas concretas.
El caso es que cada vez oigo más quejas, bien fundadas, de hombres: parientes, amigos, conocidos, sobre el calvario familiar que están padeciendo.
Un ejemplo es el que está sufriendo un muy apreciado amigo, el típico buen chaval, serio, trabajador, que soporta, en su día a día, gritos, insultos, vejaciones de todo topo, delante de sus dos hijos menores. Control y bloqueo de sus cuentas y contactos en internet, localización por el móvil, llamadas e improperios cuando pasea al perro o saluda a alguna conocida. Porque aún divorciado, por motivos económicos, no le queda más remedio que convivir con su ex y los niños. Un infierno que repercute en su salud, siendo joven, y, hasta hace poco, fuerte.
Inferno que sufrió el hermano de una amiga, al que su mujer pidió el divorcio porque se había enamorado de otro. Al no estarle acuerdo, lo denunció por agresión, con lo cual pasó aquella misma noche en la cárcel, donde intentó suicidarse. Salió gracias a que sus padres cedieron al chantaje, 300 mil euros que acaban de cobrar de una herencia, divorcio, vivienda, pensión alimenticia, custodia total de las niñas, que se marcharon con su mamá, su amigo y el dinero.
Las que tienen varios hijos de diferentes padres y los saquean y un sinfín de astucias, enredos y tejemanejes, en los que caen los más inocentes, porque los malvados, sea cual sea su género, eligen a sus víctimas con el único fin de destruirlas con ensañamiento y sadismo. Seres amargados, solo disfrutan infringiendo el mayor daño posible, movidos por el odio y la codicia.
Queremos igualdad, pues tengámosla y apliquemos las leyes, sin tener que demostrar una situación insostenible, mediante abogados de familia, líos , retrasos y gastos que agravan aún más el dolor, la indefensión e incomprensión, además de implicar a terceros, cuyos daños psicológicos suelen ser irreparables.
Otra cosa ¿Por qué ninguna reivindica el derecho de las mujeres a faenar en el Gran Sol, ir a las plataformas del Mar del Norte, manejar grúas en el puerto, bajar a las minas y desempeñar los oficios monopolizados por los hombres y tan bien pagados?
Si queremos una sociedad en la que nuestros hijos puedan salir adelante, con bien, el respeto y la seriedad deberían ser las máximas de la convivencia.