4 mayo, 2024
Hace trece años que publicó su primera novela y ya va por la octava. Luis Anguita Juega compagina su labor como fiscal con la literatura. Por sus libros discurren abogados y policías, pero no fiscales ni jueces, para los que pide que se les deje «trabajar en paz» porque, en su opinión, «la independencia judicial es fundamental» y la Justicia en España es «garantista».
Antes de ponerse a firmar decenas de ejemplares de su última novela, ‘Dime lo que quieras, soy todo tuyo’, en una librería de Vigo, Anguita Juega comparte unos minutos con EFE para hablar de literatura, pero también de la Administración de Justicia.
Coordinador de la Fiscalía Provincial de A Coruña y fiscal delegado de la Comunidad Autónoma de Galicia de la Fiscalía de Seguridad y Salud en el Trabajo, defiende con contundencia el papel de los fiscales y jueces.
«Es fundamental que el fiscal esté en la sociedad, que expliquemos la función fundamental que tenemos en el Estado de derecho. Nos tenemos que acercar al ciudadano, hacer pedagogía para que la sociedad sepa lo que aportamos. Lo triste es que ahora mismo estamos en los medios de comunicación por otros motivos, no por explicar nuestra labor, sino por formar parte de una confrontación social que no es nada buena para la convivencia», lamenta.
Lo mismo aplica para la carrera judicial. «Sin un poder judicial independiente, sin injerencias de los políticos, no hay libertad. Si los políticos empiezan a influir en el gobierno del poder judicial, en los jueces, el Estado de derecho corre peligro. Con independencia de la actuación que haga un juez, lo que se merece es un respeto. Si no se está de acuerdo con él, contamos con un sistema garantista», recuerda.
Así, explica que todas las partes que están implicadas «en un procedimiento, sea el que sea, pueden utilizar todos los mecanismos para su defensa y recurrir las decisiones del juez», ir a apelación, a casación o incluso al Constitucional o el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos. Y por eso sentencia: «Dejemos a los jueces trabajar en paz; la independencia judicial es fundamental».
Eso sí, ve «complicado» que un fiscal vaya a ser el protagonista de sus relatos. «No voy a decir que no porque hace 15 años te diría que no escribiría ningún libro y van ocho, pero no está en mi mente, quizás por timidez, por preservar mi profesión o porque mucha gente va a pensar que ese fiscal soy yo».
En las páginas de sus libros, sus protagonistas fluyen entre amistad, pasión y amor, con el mal al acecho. Anguita Juega asegura que «escribir es muy intenso, una forma de evadirte, de expresar lo que sientes, de ser un idealista».
«Sientes personajes, vives sus historias, y me gusta plantear aquellas que siento que son importantes para las personas, hacer un libro que el lector disfrute, que se enganche, que pueda sentirse identificado en un personaje», advierte.
La escritura es para él un «ejercicio de constancia» y también de «valentía». Su obra avanza al paso que trazan sus personajes: «Caminas con ellos sin saber qué va a suceder, te emocionas con ellos, te ríes con ellos, sientes que están vivos».
Dedica tiempo a su prosa, a sus personajes, pero también a los lectores, tanto en redes sociales como en persona. «Tengo los mejores seguidores que un escritor pueda soñar», asegura.
En sus páginas, normalmente hacia el final de algunos capítulos, interviene para comunicarse con el receptor de la novela. Son -dice- pequeños «guiños» al destinatario. Sus libros casi siempre están en primera persona para acercar sus personajes al lector.
«Mis personajes me encantan, creo en ellos, están vivos. Forman parte de mí, de la historia. Les tengo tanto cariño que cuando escribo un libro, aunque la historia es independiente, los recupero como secundarios o incluso como principales», advierte.
De hecho, su última novela reúne a los protagonistas de las tramas que la preceden. «Decidí hacer un homenaje a mis siete libros anteriores», revela Anguita Juega, conectado también al mar «azul verdoso, que te enreda», de Mera, una pequeña localidad turística de Oleiros (A Coruña) donde su abuelo ejerció como médico y que en sus cinco primeros libros era Mare en la ficción.