6 mayo, 2024
El día 1 de julio del año 1460 fallece en Santiago el arzobispo compostelano don Rodrigo de Luna, a la edad de 34 años. Sobrino de Pedro Martínez de Luna, conocido como el “Papa Luna”, lo sustituye el deán de la Catedral de Sevilla, don Alonso de Acebedo y Fonseca. Galicia estaba inmersa entonces en la segunda Guerra Irmandiña, y como el recién nombrado conocía el deseo de su tío y padrino -don Alonso de Fonseca, Arzobispo de Sevilla, nieto de don Álvaro de Osorio, conde de Gondomar- de venir a Compostela como Arzobispo durante unos años, vio aquí su oportunidad al pedirle a su sobrino que se desplazara a nuestra tierra para apaciguarla. Territorio que, por otra parte, conocía muy bien.
Don Alonso de Fonseca pidió al Papa Pío II la venia y obtuvo la concesión por el período de cuatro años para dejar a su sobrino a cargo de la Diócesis Sevillana, como así sucedió, otorgándole todos los signos de su poder Arzobispal. Pero ocurrió que, al regresar a su puesto en 1464, su sobrino estaba acomodado en el cargo y le dijo a éste una frase que trascendió durante siglos, hasta nuestros días: “El que se fue de Sevilla perdió su silla”, o sea, su símbolo de poder.
Al poner resistencia a dejar el cargo tuvo que intervenir de nuevo el Papa Pío II y, además, el Rey Enrique IV le amenazó con retirarle el nombramiento, pronunciando otra frase rotunda: «O se va a Compostela o lo mandamos a una parroquia de pueblo extremeño”.
Llegó por fin a Compostela a mediados del año 1464, acompañado de su madre, doña Catalina de Fonseca, señora de un fuerte carácter y gran resolución y ánimo varonil, y de un hermano, don Luis de Acebedo; ambos le fueron de gran ayuda para luchar contra el poder establecido por los Benedictinos que tenían enorme arraigo en la Diócesis Compostelana. Aunque en un principio la llegada de Fonseca II a Compostela generó enorme desconfianza por ser nacido en Salamanca, además de que jugaba en su contra la inicial negativa a hacerse cargo de esta Diócesis, pronto los compostelanos le comenzaron a quererlo y respetarlo por todas las mejoras impuestas y hechas en la Ciudad y su Catedral.
En el año 1465 creó la Cofradía de las Angustias, con el buen ánimo de establecer la paz entre los Benedictinos y Dominicos que controlaban la entrada del Camino Francés, el más concurrido. Pese a que ahora la ruta se orienta por la Rúa de San Pedro, antes era camino obligado por la Angustia. Los Dominicos controlaban la Rúa do Rosario y los Benedictinos la Rúa do Medio, para unirse en la Puerta del Camino Francigeno, que alcanzó gran concentración de peregrinos quienes pernotaban allí al cerrarse la ciudad de siete de la tarde a siete de la madrugada. ¿POR QUÉ LA QUINTA ANGUSTIA?
Ésta es la pregunta que muchas personas se hacen y para la que existen también muchas respuestas. Una de ellas, quizás la más extendida, sea la de que la ciudad tiene Siete Angustias. 1ª la Merced de Conxo; 2ª la Capilla del Pilar que hoy está depositada en San Pelayo desde el año 1952, por la caída del tejado del Pilar; la 3ª conocida como la Angustia de Abajo (San Fructuoso); la 4ª A Virgen da Fonte en el barrio de Vista Alegre; la 5ª es la de nuestra historia; la 6ª es en San Caetano, que como no era parroquia, pues pertenecía a San Miguel, y la 7ª Pertenecía a Sar y ésta, lo mismo que Conxo y El Pilar, no pertenecía a Santiago porque correspondía al Ayuntamiento de Villestro (Conxo desde 1865 a 1925) hasta que setenta años después pasó a integrarse al concello compostelano.
Para honrar a la Séptima Angustia, Los Agustinos, orden religiosa en Santa María la Mayor y Real de Sar, adquirieron un terreno dentro de la ciudad amurallada y construyeron la Iglesia de Santa María a Nova, hoy de la Universidad o Compañía, y allí continúa depositada la conocida y venerada imagen de la 7ª Angustia.
Pero todo esto no es más que una suposición, pues si la conocida como la 5ª fue la primera ¿a santo de qué vienen las otras, que además estaban ubicadas en distintos ayuntamientos? Con las disputas por el terreno entre Benedictinos y Dominicos en la zona conocida como el Camino de San Amaro, hoy La Fuente, en medio de éstos se encontraba la conocida Tierra de Nadie y ésta se le citaba como la 5ª parte del terreno en disputa. Por otra parte, y Fonseca II construyó las viviendas de la Cofradía del Santísimo Sacramento administradas por los Padres Cayetanos hasta el año 1566, bajo el mandato en Compostela del Arzobispo Don Gaspar de Zúñiga y Abellaneda.
Natural de Castro Jeriz (Burgos) a la pertenecía también la orden de los Cayetanos, estos tuvieron que abandonar Santiago al verse obligados a cometer una tremenda injusticia ahorcando a don Juan Fernández Oliva, rector de la Universidad Compostelana, por el «delito» de leer unos pasajes de la Biblia a sus alumnos, algo que estaba absolutamente prohibido y penado al no ser clérigo. El hecho fue denunciado ante el Papa Pío V por los profesores que eran Jesuitas, aunque se hacían llamar Hijos de San Ignacio de Loyola, por la expulsión de esta orden tras una decisión polémica del Rey Felipe II.
El rector don Juan Fernández Oliva recibió sepultura en el cementerio protestante, hoy, desde 1800, cementerio de Nuestra Señora de Pastoriza. La muerte llegó a don Alonso de Acebedo y Fonseca II en el año 1507, después de 43 años de servicio a Compostela, siendo el segundo más longevo después de don Lope de Mendoza con 45 años, de 1400 a 1445. A éste le había sustituido su hijo, don Alonso de Acebedo y Moscoso Sánchez de Ulloa, con la denominación de Fonseca III, que recibió el mandato de su padre de hacer una capilla para la Virgen de las Angustias, tal como era su deseo desde que procedente de Sevilla en el año 1464, y hasta entonces, no pudiera realizar su sueño por los muchos problemas que se encontró tanto en la ciudad como en los dominios de la catedral.
En el año 1510 Fonseca III afronta la construcción de la capilla de la Angustia y la Iglesia de la Merced de Conxo por el desagravio que su padre le hizo a don Diego Saldaña, último capellán de las Monjas Benedictinas en el Monasterio de Nuestra Señora de la Concha (Conxo) 1488 en la que abandonara el Convento
para afincarse en el de Antealtares, hoy San Pelayo. Don Diego Saldaña abandonó la orden Benedictina y se fue a Valladolid, pasándose a la orden Mercedaria, siendo nombrado 1º Comendador de la Orden en Galicia. Su fama se extendió y llegó a oídos de los Reyes Católicos que se lo llevaron a Tordesillas como consejero. Con la presencia en esta ciudad del Jesuita don Francisco Jiménez de Cisneros, consejero y confesor de la Reina Isabel I la Católica, las desavenencias entre un jesuita y un mercedario eran continuas y la Reina propuso a don Diego como Obispo de Ávila, que fue nombrado en 1496 con solo 32 años.
Don Diego se desplazó a Compostela el año 1515 para bendecir la Piedra de Mármol que se alza en la mesa para consagrar, y al mismo tiempo hermanar las dos catedrales, Ávila y Santiago. De ahí que, aún hoy en día, cuando se nombra un nuevo Obispo en Ávila es el Arzobispo compostelano como máxima autoridad religiosa quien rinde los honores y entrega la Mitra Obispal. Don Diego Saldaña era hijo de don Álvaro de Saldaña, conde del mismo nombre, que vino al mundo en la hoy llamada Rúa Nova, número 32, frente a la Capilla de Santa María de Salomé ,en el año 1464, y falleció como Obispo de Ávila en el 1520 a los 56 años. Allí reposan sus restos con el nombre de don Diego Saldaña de Compostela.