5 mayo, 2024
La entrada en vigencia en noviembre de 2022 de la nueva Ley de Memoria Democrática, también llamada «Ley de Nietos», para acceder al derecho de opción a la nacionalidad española causó un enorme impacto en Argentina. De esta manera, en tierras de hijos, nietos y bisnietos de españoles, en su mayoría de origen gallego, una multitud de argentinos se abocó a la tarea de obtener el beneficio de obtener la doble ciudadanía. Las causas son muchas y variadas: algunos por sentido de pertenencia, otros para obtener el pasaporte comunitario europeo y fundamentalmente, un enorme caudal de argentinos que sufriendo inestabilidad laboral, constantes fracasos económicos, inseguridad y una inflación interanual de más del 250 %, cada día ven con mejores ojos tomar la decisión de abandonar el país.
Y el proceso del trámite, más allá de ser muy claro, concreto y accesible sin necesidad de acudir a gestores, termina por ser una experiencia con tintes de odisea y una montaña de certificados y formularios para completar: aquellos interesados deben primero recurrir a la historia familiar para confirmar el origen del ascendiente español y comunicarse con el Ayuntamiento correspondiente para conseguir el certificado de nacimiento del padre o abuelo originario. Enviar puntualmente los datos del día, mes, año, nombre completo y rezar para que en España ubiquen la bendita partida. Luego contestar las razones por las que uno lo requiere y después esperar el envío en papel por correo postal hacia el domicilio en nuestro país. Para entender la dimensión de los pedidos, basta con decir que la demanda fue tal que en varios ayuntamientos de Galicia optaron por entregar directamente una copia en formato PDF por mail para abaratar costos, ya que cada concello se hacía cargo de los gastos de envío. Teniendo en cuenta dicha situación, y como las solicitudes son mayoritariamente de descendientes gallegos, el Consulado optó por aceptarlas como válidas.
Más tarde llega el momento de armar la «carpeta», agregando partidas de casamiento y defunción del abuelo y lo mismo en el caso de nuestros padres. A todo eso hay que sumarle el certificado de nacimiento del particular interesado, con el plus de que dicho formulario debe estar asentado con la Apostilla de la Haya, un trámite que si se hace de manera pública es económico pero demora mucho y pedirlo de forma privada no es accesible para cualquier bolsillo. Una vez completados todos estos pasos, que pueden llegar a demorarse o complicarse en su resolución (en muchos casos a los interesados les falta información sobre el abuelo español, al que nunca tuvieron en cuenta y de repente es la llave de la solución), sigue la instancia de ingresar a la página web del Consulado General de España y crear una cuenta con tus datos personales para obtener un turno, otra de las tareas más complejas del procedimiento de nacionalidad.
Debido a la multitudinaria cantidad de interesados, las primeras tandas de turnos salían a disponibilidad de manera aleatoria: nadie sabía a qué hora ni qué día para evitar aglomeraciones. Eso produjo muchas quejas entre los aspirantes, que estaban todo el día conectados esperando desde el celular o la computadora y si tenían la desdicha de que justo en un momento de distracción aparecía la disponibilidad de los turnos, no podrían obtenerlo. En redes sociales se alcanzaron a leer comentarios tales como «Llevo 3 días sin dormir actualizando la pagina, fui al baño, abrieron los turnos y me los perdí». Ante la situación y los reclamos, el Consulado cambió el sistema y para hacerlo justo para todos los interesados, puso fecha y hora exactas en las cuales se iría a habilitar la turnera nuevamente. Y sucedió lo esperado: una avalancha de descendientes que sabiendo el momento indicado se conectó al mismo tiempo hizo colapsar la página web.
Y así, irónicamente, los que antes se quejaban porque los turnos entraban en disponibilidad de manera aleatoria y no se enteraban, ahora demostraban su enojo porque la página no soportaba tanta demanda. Luego de que el problema se repitiera dos veces, los ansiosos argentinos empezaron a difundir rumores en las redes sociales, estimando que se iba a volver al viejo sistema aleatorio, lo que hizo que se formaran grupos de Facebook, Whatsapp y Telegram que avisarían en cuanto alguien se enterara de un nuevo reparto de turnos. Así fue: una mañana cualquiera de enero del año pasado empezaron a aparecer notificaciones en mi celular. ¡Abrió la turnera! ¡Abrió la turnera! Sin preaviso, quienes estábamos despiertos y con el teléfono en mano pudimos sacar turno. Había opciones para elegir el día y la hora, pero en mi caso ni miré: la aplicación se abrió con el calendario de junio y solo moví el dedo para poner el turno más tarde que encontré porque vivo lejos del Consulado. 6 de junio de 2023 a las 13 horas. El primer paso estaba dado.
Pero si hablamos de «vivir lejos», lo mío es un viaje de una hora y media. Y habiendo cinco Consulados en todo el país, el recorrido hacia mi cita era insignificante comparado con otros interesados: si hubiera vivido en Tierra del Fuego, por ejemplo, me tocaba el Consulado de Bahía Blanca, distante a 2.500 kilómetros. También, para ilustrar el volumen del pedido de citas, vale una anécdota: al momento de enterarme de la apertura, me comunique inmediatamente con un gran amigo también descendiente de gallegos que esperaba por el mismo trámite: demoró 10 minutos en pedir turno y consiguió uno para agosto, dos meses después de quien escribe. ¡Entregaron dos meses de citas en 10 minutos! Me sentí afortunado y ahora tocaba esperar mientras terminaba de conseguir todos los papeles para entregarlos el día indicado.
Mientras se acercaba el momento, después de revisar una y mil veces la carpeta y volver a asesorarme con todos los conocidos posibles para evitar errores, los nervios iban en aumento: era una oportunidad única para miles de descendientes que esperaban una nueva ley desde hacía muchos años. Llegado el día la ansiedad era inmensa y abrazado a la pila de papeles, la llegada al Consulado me sorprendió con una cola larguísima y tres policías con el uniforme oficial de España: me sentí por un rato en la Casa de Papel y mientras avanzaba en la fila, charlando con la gente confirmé la gran cantidad de descendientes gallegos que iniciaban la inscripción. Algún asturiano, dos nietos de vascos y el resto, una multitud de Galicia que me acompañaba en la aventura.
El ambiente era una mezcla de inquietud y orgullo. Personas de todas las edades, hasta una anciana en silla de ruedas que buscaba recuperar su nacionalidad de origen e ingresó entre aplausos. El trámite en sí mismo es bastante simple teniendo todos los formularios y certificados en orden. El miedo a olvidarse o perder algún papel fue desapareciendo gracias a la atención amable y paciente de todos los empleados del lugar. Otros no la pasaron muy bien, sobre todo porque llegaron al gran día sin tener la demorada Apostilla de la Haya o sin haber conseguido la partida de nacimiento literal del originario español, aunque igual nos ofrecen la posibilidad de poder entregar los documentos faltantes en un nuevo encuentro. Por eso, aunque esta ley haya sido criticada y modificada, por lo menos en Argentina están dadas todas las condiciones y las ayudas necesarias para conseguir la ciudadanía, mientras la demanda de citas se mantiene firme desde el primer día.
Actualmente el sistema de acceso a los turnos mejoró mucho, a pesar de la incesante demanda: una vez registrados los interesados, se les entrega un turno por orden de inscripción, lo que sigue generando miles de citas por mes pero con mejor organización. Además se amplió el horario de atención y sumaron 25 nuevos trabajadores para agilizar las inscripciones. A la fecha están aprobando folios entregados en febrero del año pasado, por lo que se estima que las demoras para acceder al sueño de ser español van a estirarse más de un año. Y aunque no hay cifras oficiales actualizadas, se calcula que hasta fines de marzo aproximadamente 45.000 carpetas entraron a revisión.
Al terminar la gestión, enseguida recibí por mail una notificación de recepción que decía «su solicitud de adquisición de nacionalidad española ha quedado registrada en este Registro Consular. Del mismo modo le serán comunicados los datos de su inscripción una vez obtenida la aprobación definitiva de su solicitud». Juro que me temblaron las piernas de la emoción, pero también sentí alivio: había sido una aventura que se extendió varios meses entre la obtención de los certificados, conseguir la cita y la esperada fecha de entrega. Salí a la calle un grupo de jóvenes que se fotografiaban con la ficha de inscripción. Nos felicitamos mutuamente; todos estábamos festejando haber concluido otro paso.
Luego de entregar la carpeta, las redes sociales vuelven a ser protagonistas: uno de los grupos más frecuentados por quienes ya han entregado todos los papeles se encuentra en Facebook y lleva por nombre «Consulado Español en Buenos Aires. Nietos que ya hicieron el trámite». María, creadora y encargada de administrarlo, define su gestión como una larga y agotadora búsqueda, porque no conseguía la partida de nacimiento de su abuelo. Finalmente logró conseguirla gracias a la solidaridad de un usuario español en otro grupo de Facebook que se encargó de averiguar todos los datos restantes, ir personalmente al Ayuntamiento correspondiente y mandarle la partida por correo a Argentina sin pedir nada a cambio. «Ni siquiera me dejó pagar el envío. Una persona humilde y generosa; por eso, a partir de ese momento decidí crear mi propio grupo para continuar apoyando a los demás. Nos ayudamos mutuamente, compartimos consejos y nos vamos enterando de las resoluciones que salen positivas. Además, nos hacemos compañía durante la espera». Este grupo a la fecha ya tiene más de 18.000 miembros que comparten su experiencia y sigue creciendo día a día, convirtiéndose en un punto de encuentro para todos aquellos que esperamos el día de ser españoles.
Ahora solo queda esperar, aunque es importante dejar en claro que muchos de los que inician el proceso de opción a la nacionalidad española no tienen intenciones de obtener la ciudadanía para emigrar a corto plazo, sino que desean conseguirla por el futuro de sus hijos, como un «salvavidas» en caso de que Argentina siguiera sufriendo las penurias económicas a las estamos acostumbrados. Y es entendible: solo es cuestión de pensar en el dolor del desarraigo, en lo duro que es dejar todo para irse a vivir a la otra punta del planeta y empezar de cero en un país donde no naciste ni te criaste. En definitiva, tarde o temprano una gran cantidad de nosotros conseguiremos finalmente el anhelado pasaporte español, pero eso no significa tener el coraje para dejar todo atrás… como hicieron nuestros audaces ancestros.