18 septiembre, 2024
Los Padres fundadores de los EEUU fueron los puritanos, quienes creían que la monarquía e iglesia de Inglaterra estaban corrompidas por la riqueza y el poder. Los puritanos leían la Biblia y se creyeron el pueblo de Israel, el pueblo de Dios, para el que estaba reservada la Tierra prometida. Seguían un milenaria tradición, en la que cada pueblo tiene uno, o varios, dioses exclusivos que lo protegen en la guerra y le dan prosperidad. Había sido así en todo el Oriente. Y lo sigue siendo en el islam, aunque en él la religión no dimana del pueblo, porque esa religión la que crea la comunidad política.
Sin embargo, a partir del siglo XVI ,en Europa la política rompió sus lazos con la religión y la moral y pasó a ser el juego de intereses entre estados. Esos estados estaban además protegidos por la «razón de estado», que permite al gobernante mentir y violar la ley en los casos en los que el interés público lo demande. Y esto es lo que ha ocurrido en Afganistán cuando Donald Trump selló una nueva alianza con los talibanes, causantes de la invasión de país por su protección a Bin Laden.
Desde el momento en el que retomaron el poder en 2021 los talibanes trataron de vender la imagen de ser un grupo que garantizaría la estabilidad interior, pero también la de todas las regiones adyacentes, y que por tanto no deberían ser considerados como amenaza para la paz mundial. Esa era su «razón de estado», lo sorprendente fue que la comunidad internacional aceptó esa versión de la historia, ese mito del talibán racional, a pesar de que en el año 2022 los EEUU asesinaron con un dron a Al-Zawahiri, cofundador de Al-Qaeda, que vivía tranquilamente en su casa de Kabul.
El mito del talibán pacífico, enemigo de los grupos islamistas extremistas, logró credibilidad gracias a que varios gobiernos, junto con el de Qatar, invirtieron millones de dólares en determinados think tanks y en agencias de comunicación, para divulgar la historia de que los » talibanes han cambiado». Se puede difundir una historia falsa, pero los hechos son tozudos y hablan por sí mismos.
La OTAN Y los EUUU intervinieron en el Afganistán talibán para destruir Al-Qaeda, que gozaba de la hospitalidad del código Pastunwhali, que obliga a defender al huésped, haya hecho lo que haya hecho; en este caso planear los ataques terroristas del 11-S. Dos décadas después de su llegada la OTAN y Los EEUU retiraron sus tropas, permitiendo el retorno talibán. Los talibanes siempre tuvieron relaciones muy estrechas con todos los grupos terroristas islámicos. Y su aliado fundamental fue Al-Qaeda, con la que se reforzaron las relaciones mediante intercambios matrimoniales por ambas partes. Tras el 2021 los miembros de ese grupo han vuelto a recibir pasaportes y carnets de identidad afganos y se les han proporcionado viviendas. Y sus manuales tácticos han sido adoptados como doctrina por el Ministro de Defensa. Pero es que no solo Al-Qaeda ha ido expandiendo su infraestructura, sino que sus líderes forman parte del gobierno talibán.
La ONU ha dicho en su informe sobre el seguimiento de las sanciones contra Afganistán en el 2024 que: «los talibanes han hecho mucho para limitar las actividades de Al-Qaeda y sus miembros». Pero se contradice enseguida cuando afirma que : «los miembros de la organización, están retomando sus entrenamientos y vuelven a viajar a Afganistán, lo que demuestra que el grupo utiliza a ese país como un puerto seguro con la protección talibán; sembrando legítimas dudas sobre las intenciones de Al-Qaeda».
Según el informe de supervisión de la ONU los talibanes han aumentado su apoyo al TTP (Tehrik-e Taliban Pakistán), partido de los talibanes pakistaníes, que son de la misma etnia pastún que los afganos, y que han intensificado sus ataques terroristas en los último tres años. «El TTP ha intensificado significativamente sus ataques, pasando de 573 en 2021 a 715 en 2022 y 1210 en 2023, continuando el ascenso en 2024.» Algunos analistas creen que ya es demasiado tarde y que el TTP ya controla toda la provincia de Khyber Paskthunkhwa, fronteriza entre ambos países.
Otro grupo terrorista en ascenso es el ISKP, o Estado islámico del Khorasan, que toma su nombre de un antiguo reino situado en el norte Irán. Fue fundado en 2015 por grupos disidentes de los talibanes pakistaníes y afganos, absorbiendo al Movimiento islamista de Uzbekistán, país fronterizo entre Rusia e Irán, y a pequeños grupos islamistas de Tayikistán, un país fronterizo entre Rusia y Afganistán. Este grupo terrorista, gracias a la utilización de propaganda en diferentes lenguas está convenciendo a los miembros insatisfechos del grupo talibán de que los talibanes han abandonado la yihad, para conseguir la ayuda exterior. Antiguos miembros del grupo talibán se están pasando al ISKP, mucho más integrista y puritano, porque reprochan a sus antiguos líderes su inclinación por el dinero, el poder y el sexo, corrompiendo así la verdadera religión.
El mismo informe de la ONU afirma que el ISPK no solo ha crecido cuantitativamente, sino que además se ha infiltrado en la GDI, o Dirección General de Inteligencia – el CIA talibán- así como en los ministerios de Defensa e Interior. A pesar de las rotundas afirmaciones de los talibanes de que han acabado con el ISPK, según una fuente fiable, algunos de sus miembros no puede ocultar su temor de que: «no sabemos cuánto duraremos en el poder. Algunos dudamos de que: «la Comisión de depuración consiga detectar a los infiltrados».
El tema es muy complejo, pues según un informe de la ONU: «a la vez que los talibanes refuerzan sus operaciones contra el ISKP, por otro lado también lo apoyan, debido a sus relaciones con los otros dos grandes grupos terroristas. Al-Qaeda del Subcontinente Indio (AQIS) y el TTP.
AQIS entrena al TTP, cuyo líder Mehsud recibe una ayuda considerable de la red talibán Haqqani, que ha sido sancionada como organización terrorista por sus lazos con Al-Qaeda. El propio líder de esa red, Sirajuddin Haqqani y miembros de su cúpula han sido catalogados por el Departamento del Tesoro de los EEUU como terroristas muy peligrosos. Esa red, no solo proporciona al TTP armas y dinero, sino que libera a delincuentes del ISPK , a condición de su alisten en el TTP. Pero, naturalmente, nadie puede garantizar que se alisten en el TTP, el buen grupo terrorista para los talibanes, y que no vuelvan al ISKP. Pero es que el propio líder del TTP es conocido por: «tener comunicación por la puerta trasera con el ISIK, para mantener todas las opciones abiertas»; según un informe de la ONU. Así pues la red Haqqani es aliada de Al-Qaeda y AQUIS.
Aunque podría parecer que la alianza de los talibanes con los talibanes pakistaníes (TTP) serviría para favorecer las deserciones en las filas del ISKP, en realidad lo que hacen es apoyar a los dos grupos al mismo tiempo con su dinero y armas. Y la infiltración del ISKP en el servicio de información talibán y en los ministerios de defensa e interior, recuerda exactamente lo que pasó cuando los talibanes se infiltraron en la Dirección de Seguridad (NDS) del último gobierno democrático, cuya caída se debió a esto, y a su notoria corrupción e incompetencia, bien conocidas y observadas con indiferencia por la coalición internacional, guiada por su «razón de estado».
A pesar de las reiteradas afirmaciones de los talibanes de que han derrotado al ISKP, una fuente afgana fiable afirma que: «no tienen ninguna intención de derrotarlo en serio, sobre todos porque muchos de sus miembros son antiguos talibanes insatisfechos, que habían sido compañeros de armas suyos». De nuevo parece repetirse el pasado, cuando el presidente Hamid Karzai, expresaba su simpatía con los talibanes, diciendo: «son casi como hermanos».
La consecuencia más palpable del apoyo a Al-Qaeda, al TTP, y su tolerancia hacia el ISKP es la amenaza constante hacia otros grupos en el interior del país, sobre todo los hazara. Las fracciones armadas de sus partidos políticos fueron desmanteladas por la ISAF, el ejército de la OTAN y los EEUU, y la UNAMA, o Misión internacional de ayuda a Afganistán. Así ese pueblo se quedó inerme, impotente e indefenso, volviendo a ser víctima de su discriminación secular. Se quedó sin ninguna ayuda internacional, porque no es necesario contentar a quienes no dan problemas; y su población continuó emigrando a Irán, donde son tratados como persas de dialecto dari y fieles chiitas de segunda clase.
Los hazara han creído en el valor de la educación como medio para superar la pobreza, la marginación y la inseguridad, pero nadie les está garantizando su supervivencia en el país regido por la ley de la jungla. El 12 de septiembre pasado el ISKP asesinó a 14 hazara e hirió a otros 4, con total impunidad. Siguen sufriendo a cámara lenta el genocidio comenzado en 1890 y a nadie parece importarle, por la «razón de estado». La literatura europea creó el mito del Doctor Fausto, un gran sabio que firmó un contrato con el Demonio para conseguir la juventud, la riqueza y el amor. Creía que podría ser el ganador, pero al final Satán dejó claro su poder. Pactar con el diablo nunca sale gratis, porque Dios es bueno y el Diablo malo. Por eso el camino del medio siempre acaba mal para los soberbios, ya sean el Doctor Fausto o los EEUU.